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El expresidente de Francia Nicolas Sarkozy aseguró hoy que regresa a la política por motivación, pero también porque no tiene otra elección ante la "desesperanza" de los franceses, obligados a elegir entre "la humillación" que representa François Hollande y "el aislamiento" que supondría Marine Le Pen.

"No quiero que mi país sea condenado a tener que elegir entre el espectáculo humillante del presente o el aislamiento que sería el Frente Nacional. No solo tengo ganas de volver, sino que no tengo elección", señaló el político conservador en una entrevista concedida a la cadena pública "France 2", dos días después de anunciar su retorno a la escena pública.

En 45 minutos de entrevista en directo, Sarkozy, de 59 años, abordó diferentes temas de su vida personal, como los errores del pasado y las investigaciones judiciales de las que es objeto, pero también se refirió a su proyecto para formar una gran coalición de centro derecha, la crisis económica o el matrimonio homosexual.

El inquilino del Palacio del Elíseo entre 2007 y 2012, con un bagaje de 35 años en política, dijo que abandonaría la vida pública si salía derrotado en la campaña a su reelección.

Dos años y medio después, al explayarse sobre un retorno que hizo oficial el viernes con un mensaje en la red social Facebook, aseguró que no se considera un "salvador", pero apeló a su responsabilidad patriótica para acudir al rescate de su país porque no habría sido "digno y coherente" llevar un vida cómoda y despreocuparse de los problemas de Francia.

"Para mí Francia es como una segunda naturaleza" y "nunca he visto tal desesperanza (...) tal falta de perspectivas", señaló Sarkozy, que criticó velada y reiteradamente a su sucesor en la Jefatura del Estado, François Hollande, de quien dijo que es "es su propio fiscal".

"El señor Hollande piensa lo peor de mí, yo no pienso nada de él", agregó Sarkozy, que adoptó un tono grave para asegurar que "evidentemente" espera que el presidente agote su mandato en 2017.

Tampoco abundó sobre Marine Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), el partido más votado en Francia en las pasadas elecciones europeas, porque "no hay necesidad de ser de extrema derecha para resolver el problema" de la inmigración.

El expresidente, imputado por "corrupción activa", aseguró que no tiene miedo de la media docena de citas judiciales que tiene pendiente, por asuntos como la presunta financiación ilegal de su candidatura de 2007 con dinero negro del depuesto dictador libio Muamar el Gadafi o el supuesto cargo de sondeos partidistas al erario público.

"¿Me presta usted dos neuronas de inteligencia? Si tuviera la mínima cosa que reprocharme, si tuviera miedo, cree usted que volvería?", le preguntó retóricamente al periodista Laurent Delahousse.

El marido de la exmodelo y cantante Carla Bruni insistió en que su ambición es refundar la formación que le llevó al poder, una Unión por un Movimiento Popular (UMP) dividida y arruinada, para formar "una gran coalición más allá de las divisiones" partidistas.

Sin explayarse demasiado sobre las líneas maestras de sus proyectos, apeló a colaborar con quienes tendrá que disputarse el liderazgo conservador, los dos exprimeros ministros François Fillon, de 69 años, y Alain Juppé, de 69 años.

"A Alain Juppé le conocí cuando yo tenía 20 años. Es un socio, un amigo, un compañero. Tengo incluso admiración por él. En cuanto a François Fillon, trabajamos cinco años juntos y también le necesitaré", dijo Sarkozy.

En una entrevista publicada esta mañana por el diario "Le Journal du Dimanche", sin embargo, había achacado, al primero, su edad y su condena por malversación de fondos hace una década y, al segundo, su falta de carisma.

Un Sarkozy al que se le reprocha su carácter impetuoso reconoció "errores" en el pasado, como creer que podía alcanzar el "éxito individual" y no haber sabido "delegar" correctamente.

"No me sitúo en un eje derecha-izquierda", agregó Sarkozy, que evitó pronunciarse claramente sobre cuestiones que han dividido a la sociedad francesa, como el matrimonio homosexual, o sobre la línea política que seguirá, apelando al "entusiasmo" que va a crear su proyecto.

En política exterior, se alineó con Berlín porque "Alemania es próspera" y solo Francia está "estancada".

"Nuestro modelo debe refundarse completamente. Alemania no es una elección, no es una alternativa, es un hecho. Debemos caminar juntos, debemos reflexionar sobre la política económica en Europa", dijo.

El siguiente capítulo del calculado regreso de Sarkozy se espera el próximo jueves, en su primer mitin como candidato a las 18.00 horas (16.00 GMT) en Lambersart, junto a la frontera belga y ante un aforo cercano a las mil personas.

En Francia solo existe un precedente como el de Sarkozy, el también conservador Valéry Giscard d'Estaing, que tras haber ejercido como presidente entre 1974 y 1981, anunció su intención de volver a presentarse contra el socialista François Mitterrand en 1988, aunque terminó desistiendo.