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Sarkozy desvela en televisión las medidas que acometerá su nuevo gobierno, dos días después de la remodelación ministerial. El presidente francés propone una reforma de impuestos basada en la amornización fiscal con Alemania. Quiere evitar la deslocalización de industrias y de capitales para proteger la productividad y el empleo. La clave es retirar el impuesto sobre el patrimonio y un límite del 50% para gravar los ingresos, como han hecho Alemania y España.

Así, Sarkozy defendió la "compatibilidad fiscal" con Alemania para recuperar el terreno perdido en competitividad económica por Francia en relación con su vecino del este.

Y adelantó que en 2011 el Gobierno francés organizará "un debate amplio" destinado a "armonizar las fiscalidades" de Francia y Alemania para evitar que se produzcan mayores diferencias entre la competitividad de las economías respectivas.

El presidente anunció la creación de "un nuevo impuesto sobre el patrimonio" y también se explayó sobre los retos que se presentan a Francia, que ya preside el G-20, en el ámbito global: pidió la creación de "un nuevo sistema monetario internacional" para terminar con "el desorden monetario".

También dijo que su país tiene que dar ejemplo con la tasación de las transacciones financieras internacionales para financiar el desarrollo de África porque, aseguró, es capital para el continente: "el fracaso de África será el drama de Europa, sobre todo por los problemas migratorios".

El presidente desmintió categóricamente las acusaciones de que desde las instancias del Gobierno se espíe a la prensa en relación con investigaciones de los medios ligadas a escándalos como el relacionado con la multimillonaria Bettencourt y cortó en más de una ocasión a los periodistas que le insistieron sobre el asunto, en una entrevista de casi dos horas de duración.