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El aspirante socialdemócrata a la Cancillería alemana, Martin Schulz, trató hoy de conjurar los sondeos adversos exhibiendo confianza en su victoria frente a Angela Merkel y con la promesa de luchar por una Alemania igual de próspera, pero más justa, con él como canciller.

"A Alemania le va bien, pero no a todos sus ciudadanos les va igual de bien", proclamó el líder del Partido Socialdemócrata (SPD) ante centenares de seguidores en Postdam, ciudad vecina a Berlín y feudo tradicional de su formación.

"Como canciller acabaré con la desigualdad salarial entre hombres y mujeres", prosiguió, para enumerar luego todo aquello que forma parte, a su juicio, de esa Alemania rica, pero marcada por la precariedad laboral y con un futuro de pensiones mínimas.

Schulz optó por la cercanía al ciudadano como estrategia y una dosis de auto-ironía algo ensayada -"De mí se dice que tengo el encanto de un revisor de ferrocarril", admitió, entre risas de sus seguidores.

El objetivo prioritario de sus ataques es Merkel, a cuyo bloque conservador atribuye que no se luche contra las "jubilaciones de miseria" y otras injusticias sociales, mientras que a la presencia del SPD en la coalición de Gobierno debe el ciudadano logros como la implantación de un salario mínimo interprofesional.

"Quien no quiere más Merkel debe votar Schulz", afirmó, para arremeter luego contra la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), cuyo cabeza de lista Alexander Gauland tiene su distrito electoral en ese "Land", Brandeburgo.

Banderas europeas y del SPD ondearon hoy ante el escenario montado junto la Puerta de Brandeburgo de Postdam, corazón de la zona peatonal y turística de esa monumental ciudad, vecina a Berlín.

La exhibición de confianza del expresidente del Parlamento Europeo contrasta con los últimos sondeos electorales ante las generales del 24 de septiembre, que pronostican entre un 23 y un 20 % para el SPD, unos catorce puntos por debajo del bloque conservador.

El llamado "efecto Schulz", repunte que vislumbró el SPD cuando lo eligió candidato, se disipó con las tres derrotas en serie sufridas por el partido en elecciones regionales celebradas este año.

Merkel se ha impuesto ya a tres rivales socialdemócratas: en 2005, al canciller Gerhard Schröder; en 2009 a su exministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier; y en 2013 al extitular de Finanzas, Peer Steinbrück.

Steinmeier cosechó para el SPD el récord a la baja en unas generales, con un 23 % de los votos, pero a Schulz podría irle aún peor.

Ello acentuaría la crisis que atraviesa la formación desde la ruptura, en 1999, entre Schröder y el entonces jefe del partido y titular de Finanzas, Oskar Lafontaine, quien abandonó el SPD y el Gobierno y se llevó consigo a la militancia más izquierdista.

Desde entonces ha habido ocho relevos en la presidencia del SPD, para la que el pasado marzo fue elegido con un 100 % de los votos Schulz después una larga carrera política fuera de Alemania.

Tras ese porcentaje había una componente de escenificación de respaldo a un líder al que se veía capaz de superar a Merkel.

Pero la campaña de Schulz no ha sido fácil, porque para cuando arrancó los sondeos volvía apuntar ya a la canciller como favorita.

Tampoco le ha ayudado el "apoyo" recibido estos días de Schröder, que nunca hizo las paces con el ala izquierdista del SPD y que, además, ha decidido aceptar un puesto directivo en la petrolera estatal rusa Rosneft, a pesar de las críticas.

Schulz se había distanciado a principios de año de la Agenda 2010, el impopular plan de reformas impulsado por el Gobierno de Schröder que Merkel reconoce como base de la solidez económica alemana, pero que sigue levantando ampollas en el SPD.

El gesto de Schulz se interpretó entonces como un guiño hacia La Izquierda, aglutinante de los disidentes en torno a Lafontaine y del postcomunismo del este del país.

Una alianza entre SPD, Izquierda y Verdes para llevarle a la Cancillería se perfilaba unos meses atrás como matemáticamente posible, aunque entrañaba un alto riesgo para quienes siguen rechazando toda cooperación con los postcomunistas.

"El SPD debe regenerarse en la oposición", comentó a Efe Friedrich Richter, profesor de Filosofía ya jubilado y militante de base, asistente al mitin de Schulz con su sobrino Ingo.

"Franz Müntefering dijo que ir a la oposición es una mierda. Pero peor aún es seguir desgastándose como socio de gobierno de Merkel", apuntó el sobrino, en alusión a quien fue presidente del partido y negociador de la primera gran coalición de la canciller tras la derrota de Schröder, en 2005.