Ucrania volvió a abrir hoy la puerta a un alto el fuego en el este del país, donde sus tropas combaten a los separatistas prorrusos, y lo hizo exactamente con las mismas condiciones y en las mismas circunstancias que la última vez, hace un mes y medio.
Al igual que a comienzos del pasado mes de julio, la oferta de Kiev para declarar una tregua se produce justo al día siguiente de la reunión entre los ministros de Exteriores de Ucrania, Rusia, Alemania y Francia, celebrada al igual que entonces en Berlín.
Tampoco han variado un ápice las condiciones esgrimidas por el Gobierno de Kiev, cuyas fuerzas ganan con aparente solvencia la partida a los sublevados en el terreno militar, con las tropas ucranianas estrechando cada día más el cerco sobre los últimos bastiones de los milicianos prorrusos.
Por mucho que los separatistas se muestren favorables a cumplir las exigencias que se dirigen a ellos (respeto del alto el fuego y la liberación de todos los prisioneros), las condiciones en las que más inciden en Kiev aluden directamente a Moscú.
"Cada quien debe hacer lo que esté en sus manos para cerrar la frontera, para poner fin al cañoneo de nuestro territorio y para que desde la frontera con Rusia no entren gente armada, armas y armamento pesado", dijo hoy el jefe de la diplomacia ucraniana, Pavló Klimkin.
Ucrania necesita "tres cosas", según su titular de Exteriores: "que la frontera sea totalmente segura; que la OSCE supervise el alto el fuego en todas partes, incluso a lo largo de frontera, y que se libere a todos los retenidos sin que nadie intente capturar nuevos rehenes".
No parece, según la mayoría de los analistas, que esta oferta llegue a buen puerto, porque como observó ayer en Berlín el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, "el verdadero drama es que todos los acuerdos anteriores entre las dos partes no han sido cumplidos".
La guerra parece estar muy lejos de cesar y los combates cuerpo a cuerpo han llegado ya a las calles de Lugansk, una de las capitales de las dos regiones orientales que se rebelaron contra Kiev hace cuatro meses.
Kiev informó hoy de haber arrebatado a los separatistas parte de esa urbe, en la que aún permanecen 250.000 de sus 430.000 habitantes, mientras que los rebeldes reconocieron que combaten contra las fuerzas gubernamentales "en un territorio equivalente a un tercio" de la ciudad.
"Algunas calles pasan constantemente de mano en mano. El enemigo ha izado banderas ucranianas sobre el centro de reclutamiento y la estación de autobuses, pero los milicianos ya han recuperado esos edificios y han quitado las banderas", aseguró el portavoz de los separatistas, Konstantín Knírik.
Y mientras las calles de Lugansk ya son campo de batalla para los dos bandos enfrentados, los ciudadanos viven desde hace más de dos semanas al borde de una catástrofe humanitaria.
"No hay suministro eléctrico ni agua, tampoco funcionan los teléfonos fijos ni los móviles. La situación con el abastecimiento de alimentos, medicinas y combustibles no ha cambiado, no llegan a la ciudad", advirtieron hoy las autoridades municipales de Lugansk.
Intentar escapar puede ser muy arriesgado, si se confirma la denuncia lanzada hoy por el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andréi Lisenko, quien acusó a los milicianos de matar hoy a decenas de refugiados que trataban abandonar la ciudad.
"Son decenas (los muertos). La columna (de refugiados) fue aniquilada prácticamente en su totalidad. Al parecer, los guerrilleros esperaban a esa columna y de esta manera pudieron atacar con todo", dijo Lisenko, quien subrayó que entre los fallecidos "hay muchas mujeres y niños".
El portavoz del CSND aseguró que los refugiados fueron atacados a la salida de Lugansk, en una carretera que une esta ciudad con un tramo de la frontera ruso-ucraniana en manos de los separatistas, según el diario digital "Ukrainskaya Pravda".
Los adultos y los niños iban, según Lisenko, por separado en varios camiones del Ejercito que llevaban banderas blancas y distintivos para indicar que transportaban a la población civil.
El portavoz de los sublevados rechazó tajantemente las acusaciones de Kiev y las tachó de "burda propaganda".
Precisamente a Lugansk debería dirigirse la ayuda humanitaria rusa que se encuentra desde hace días en la frontera ruso-ucraniana a la espera de que Kiev, Moscú y la Cruz Roja resuelvan los formalismos que impiden hasta ahora su envío a la población civil que se encuentra en la zona del conflicto armado.
La organización internacional advirtió hoy de que sigue a la espera de que el Gobierno de Kiev y los prorrusos ofrezcan sólidas garantías de seguridad para asumir el transporte, la gestión y reparto de la ayuda humanitaria.
Mientras, los primeros 16 camiones rusos del convoy humanitario, formado por 262 vehículos, permanecen en el paso fronterizo ruso "Donetsk", al que llegaron ayer tras ser inspeccionados por personal del Comité Internacional de la Cruz Roja.
La Guardia Fronteriza y el Servicio de Aduanas ucranianos siguen sin iniciar la revisión y certificación de la carga rusa a la espera de que lo hagan, presumiblemente entre hoy y mañana, expertos de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE).