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Benedicto XVI, que dejará de ser papa el 28 de febrero, prosiguió hoy con la agenda prevista y recibió en audiencia al presidente de Rumanía y a un grupo de obispos italianos, en una jornada en la que el portavoz, Federico Lombardi, negó que haya complots en el Vaticano. "En todas las instituciones hay diferencias de opiniones, que bien conducidas pueden llevar a dar pasos hacia adelante. Si todos piensan la misma cosa no se avanza. Las diferencias de opiniones forman parte de la vida, pero eso no quiere decir que haya batallas o complots", afirmó Lombardi en un encuentro con la prensa.

El portavoz salía así al paso de las informaciones en algunos medios de comunicación respecto a supuestas intrigas entre clanes vaticanos.

Lombardi agregó que en estos días, tras la renuncia del papa, las informaciones que aparecen en muchos medios de comunicación sobre "luchas de poder" en el Vaticano "van más allá de la realidad".

Un semanario italiano publicó ayer que Benedicto XVI decidió renunciar tras conocer un informe sobre el escándalo "Vatileaks", de la fuga de documentos oficiales del Vaticano, que desvelaba una "fuerte resistencia" en la Curia romana a las medidas de transparencia pedidas por él. Lombardi no dio importancia a lo publicado.

EL PAPA RECIBE AL PRESIDENTE RUMANO

Benedicto XVI, mientras tanto prosiguió hoy con su agenda, prevista antes de anunciar la renuncia, y recibió al presidente de Rumanía, Traian Basescu, con quien habló durante veinte minutos a solas de la colaboración entre la Iglesia Católica y el Estado rumano en el ámbito educativo y en la defensa de los valores europeos.

El Obispo de Roma y Basescu también analizaron la situación de los católicos (minoría en un país de mayoría ortodoxa) en Rumanía y la contribución de la Iglesia Católica a la integración de la comunidad rumana en el exterior.

Basescu, que llegó al Vaticano acompañado de su esposa y una delegación compuesta por doce personas, regaló al papa un libro de grandes dimensiones, hecho a mano, sobre la Historia de las Iglesias Cristianas en Rumanía, país de mayoría ortodoxa.

Tras ojearlo con atención, Benedicto XVI le entregó su regalo -la tradicional medalla del Pontificado- y le dijo, sonriendo, "mi regalo es más modesto que el suyo", tras lo cual todos sonrieron.

Benedicto XVI presentaba buen aspecto y dio las gracias al presidente cuando éste, antes de marcharse le dijo "Santidad, rezo por usted".

El Obispo de Roma tiene previsto recibir también mañana en audiencia al presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina.

En esta jornada, el papa recibió también a los miembros de la asociación "Pro Petri Sede", de Bélgica, Luxemburgo y Holanda, que da ayuda económica para las necesidades de la Santa Sede, y a los obispos de la región italiana de Liguria, para la tradicional visita "ad limina apostolorum", que están obligados a realizar al papa cada cinco años todos los prelados del mundo.

Los prelados estaba encabezados por el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

NUEVO PRESIDENTE DEL BANCO VATICANO

El Vaticano también anunció hoy el nombramiento del alemán Ernest von Freyberg, de 55 años, como nuevo presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco del Vaticano, en sustitución del italiano Ettore Gotti Tedeschi, de 67 años, que fue destituido fulminantemente el 24 de mayo del pasado año.

Con su nombramiento, el Vaticano pretende poner fin a las críticas a la entidad, conocida también como "el banco de Dios", a la que acusan de falta de transparencia.

Gotti Tedeschi, presidente del Santander Consumer Bank, filial italiana del Banco Santander, está siendo investigado por la Fiscalía de Roma por supuesta violación de las normas sobre la prevención del blanqueo de dinero.

En la década de los años 80 el IOR se vio salpicado por el escándalo de la quiebra del Banco Ambrosiano de Roberto Calvi, encontrado ahorcado bajo un puente de Londres en 1982.

El 30 de diciembre de 2010 Benedicto XVI aprobó una ley para luchar contra el blanqueo de dinero en la instituciones financieras del Vaticano, con el objetivo de entrar en la llamada "lista blanca" de Estados que respetan las normas para la lucha contra el lavado de dinero.