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Pese a los grandes avances logrados en los últimos años, la bandera arcoíris sigue sin ondear con libertad en China, donde una reciente agresión contra dos chicas que llevaban insignias del colectivo LGTB ha vuelto a reavivar el debate sobre la la tolerancia a la homosexualidad en el país asiático.

"Sigue existiendo (discriminación). Es inevitable, no solo en China, también en todo el mundo", explica a Efe A Ming, miembro del centro LGTB (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) de Pekín que prefiere utilizar un seudónimo y no revelar su nombre.

Sin embargo, las redes sociales -dentro de los límites del censurado internet chino- son su altavoz, y en un vídeo que pretende convertiste en viral, lesbianas y gais hablan hoy sobre sus sentimientos y piden tolerancia.

Nadie olvida la agresión que el pasado fin de semana sufrieron dos mujeres en la Zona Artística 798 de la capital por unos guardias de seguridad que les impidieron el paso simplemente por llevar unas chapas arcoíris que repartían en la zona.

Las dos fueron trasladadas a un hospital, donde una de ellas recibió suturas en la boca, mientras que la otra presentaba hematomas en la cara.

El vídeo de la agresión circuló en las redes sociales y desató una gran indignación entre la población. Al parecer, los guardias fueron despedidos, lo que demuestra que el caso es "aislado" y ha tenido consecuencias, según A Ming.

En un país donde la homosexualidad es legal desde 1997 y fue desclasificada como un desorden mental en 2001, siguen registrándose episodios homófobos aislados contra el colectivo LGTB, del que forman parte aproximadamente 70 millones de personas.

"Pegar a la gente puede ser un comportamiento aislado, pero el colectivo LGTB suele ser molestado a menudo, y suele encontrarse con obstáculos", apunta a Efe Fengyuan, profesora universitaria y activista pro derechos humanos.

Sin embargo, destaca que "cada vez más gente reconoce y acepta su condición LGTB y se siente orgulloso de su identidad" en China.

"Aunque en la sociedad china todavía hay discriminación, también hay más tolerancia y aceptación. Son las autoridades las que más discriminan", critica, y añade que tampoco los medios de comunicación están ayudando a normalizar la homosexualidad.

De hecho, la aceptación generalizada que se vive en la calle contrasta con algunas polémicas normativas que equiparan la homosexualidad con la pornografía y censuran el contenido LGTB.

En abril, la red social Weibo, similar a Twitter, lanzó una campaña para retirar todo el contenido homosexual y cumplir así con las regulaciones gubernamentales de contenido en internet lanzadas en 2017 y que califican la homosexualidad como un acto "anormal".

"Vídeos que muestren actos o relaciones sexuales 'anormales' como el incesto, la homosexualidad y la violencia o el abuso sexual deben ser eliminados", detalla la normativa.

Pero una campaña de protesta bajo el hastag #Iamgay (Soy gay) logró que Weibo se retractara y decidiera no censurar el contenido homosexual.

Otro caso que ha provocado críticas ocurrió en el Festival de Eurovisión, cuando una bandera arcoíris entre el público fue difuminada durante la retransmisión de la televisión china Mango TV.

Eurovisión consideró que esta censura no estaba en la línea de sus valores de universalidad e inclusividad, ni tampoco de la celebración de la diversidad a través de la música, por lo que decidió rescindir su contrato con el canal chino, que tenía los derechos de emisión en directo del festival para China.

En medio de la polémica, un editorial del periódico estatal Global Times destacó que, aunque la situación ha mejorado en las últimas décadas, "el ritmo de China para crear un ambiente de aceptación para las personas LGTB es más lento que el de Occidente".

"Para un país donde el confucionismo y la idea de seguir la línea familiar están profundamente arraigados en su cultura, el progreso no se logra fácilmente", añadió.

El caso de China es un ejemplo de que la legalidad de la homosexualidad no es suficiente por sí sola, ya que el colectivo LGTB sigue enfrentándose a barreras en una sociedad tradicional donde se siguen pactando matrimonios, la soltería es motivo de vergüenza y la perpetuación del linaje es vital.

Según una encuesta realizada en 2016 a 30.000 personas chinas del colectivo LGTB (lesbianas, gais, transexuales o bisexuales) por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la mitad de ellas se sienten discriminadas por su orientación sexual.