El 'corralito' bancario, de cuya nefasta creación se cumplen diez años, será recordado como un "invento argentino" alumbrado en un contexto de grave crisis económica en el que las autoridades se quedaron sin opciones ante la debacle financiera.
Todo argentino recuerda aún el sábado 1 de diciembre de 2001, cuando el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo anunció que a partir del lunes 3 habría restricciones para retirar el dinero depositado en los bancos.
Aquella medida, que desató una fortísima protesta social, venía a detener, de un modo radical y legalmente cuestionable, la fuerte sangría de capitales que el sistema financiero padecía. Se retiraron 18.000 millones de dólares de depósitos bancarios en los primeros once meses de 2001, debido a una fuerte desconfianza en la solidez de las entidades.
Además, la existencia de un régimen cambiario rígido, que dejaba escaso margen de maniobra a la "convertibilidad" que desde 1991 sostenía una paridad entre el peso argentino y el dólar estadounidense, contribuyó al desastre económico.
"Si se hubiera salido antes de la convertibilidad, el corralito se podría haber evitado a través de la emisión monetaria. Pero se llegó tarde", declaró el economista, Mariano Lamothe.
Muchos consideran que si Argentina hubiera hecho lo que hizo finalmente, devaluar y reestructurar la deuda de una forma ordenada, la crisis hubiera tenido una menor magnitud, porque cuando los organismos internacionales le soltaron la mano a Argentina, ya no había mucho más para hacer. La economía era recesiva y la pérdida de reservas era incalculable.
La reactivación económica no llegaría hasta 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al Gobierno y la instauración de un modelo basado en la actividad agropecuaria, el rearme del quebrado tejido industrial, las exportaciones alentadas por un tipo de cambio competitivo y un fuerte papel del Estado como interventor en la economía.
Entre 2003 y 2010 el PIB de Argentina creció a un ritmo promedio anual del 7,7 por ciento y este año está previsto que cierre con una expansión del 8,3 por ciento.
ARGENTINA HACE LOS 'DEBERES'
En las últimas semanas, la presidenta argentina, Cristina Fernández, ha adoptado medidas económicas para evitar que retornen los fantasmas pasados y así blindar al país ante el recrudecimiento de la crisis europea.
En estos momentos en que los argentinos recuerdan el décimo aniversario de la crisis que los arrojó a un infierno político y social, Fernández recordó como el "péndulo" de una economía que en forma cíclica crece y cae se convirtió a finales de 2001 en una "maza" que "arraso con Argentina" y "derrumbó gobiernos, con cinco presidentes en una semana".
Para refrenar la fuga de capitales en ascenso y presiones sobre el tipo de cambio, Fernández ha restringido las compras de dólares a través de una norma por la que las operaciones son ahora validadas por el Fisco de acuerdo con los ingresos de cada inversor.
Además, anunció recortes en los millonarios subsidios que paga el Estado, en particular aquellos relacionados con el consumo de servicios públicos, y que en los últimos años han hecho elevar el gasto público hasta poner al país al borde de retornar a una situación de déficit fiscal.