La elección del candidato del Partido Popular Europeo (PPE) a la presidencia de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, está en punto muerto dos semanas después de las comicios por el rechazo de Reino Unido y otros países, y pese al apoyo de Alemania.
El ex primer ministro luxemburgués logró el respaldo de las urnas el pasado 25 de mayo al conseguir el PPE la mayoría de escaños de la Eurocámara, pero son los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) quienes en su cumbre del 26 y 27 de junio tendrán que dar su luz verde al nombramiento del presidente y hacerlo por mayoría cualificada.
Dos semanas después de celebrarse las elecciones europeas, fuentes comunitarias señalaron que parece diluirse la posibilidad de que sea un candidato alternativo al ganador de esos comicios quien presida la CE.
"Es improbable, aunque nada es imposible", agregaron.
El cumplimiento del calendario de fines de junio está en el aire pues países como Italia, Hungría o Finlandia no parecen conformes con el "automatismo" de que el candidato del partido europeo que gana las elecciones se convierta en presidente del nuevo Ejecutivo comunitario.
No obstante, el principal escollo de Juncker en su camino a la dirección del Ejecutivo europeo es el primer ministro británico, David Cameron, quien esta semana amenazó con que Reino Unido podría abandonar la UE si el luxemburgués acaba dirigiendo el colegio de comisarios, declaraciones que la canciller de Alemania, Angela Merkel, no tardó en calificar de "inaceptables".
Aprovechando los márgenes de la cumbre del Grupo de los Siete (G7) países más industrializados celebrada esta semana en Bruselas, las principales potencias europeas han mantenido nuevos encuentros bilaterales sobre la cuestión de la presidencia de la CE, aunque fuentes europeas explicaron hoy a Efe que no ha habido cambios en los posicionamientos respecto a Juncker.
"Sobre esta cuestión de quién dirige la Comisión Europea y las instituciones europeas, lo que importa es que sea gente que comprenda la necesidad de cambio, que comprenda la necesidad de reforma, que comprenda que si las cosas siguen como hasta ahora esta UE no va a funcionar para sus ciudadanos", dijo Cameron sin nombrar si quiera a Juncker.
Fuentes diplomáticas señalaron que el también expresidente del Eurogrupo confía en que las discrepancias con Cameron se deban a un "problema de comunicación" y que Londres acabe levantando el pie del freno respecto al luxemburgués a cambio de algunas concesiones.
En ese sentido, las mismas fuentes explicaron que Juncker no descarta modificar la directiva sobre la libre circulación de trabajadores "para evitar los abusos a los sistemas de la seguridad social de los países que reciben a los trabajadores".
Por su parte, el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, por su parte, ha reiterado que su país no tiene ningún candidato propio y considera que lo más importante son las políticas, que deben girar hacia el crecimiento y el empleo.
Renzi considera, no obstante, que "nadie puede hacer un 'diktat' (imposiciones, en alemán), ni una fuerza política elegida en el Parlamento Europeo, ni un país concreto, ni ningún otro".
Esa idea, de priorizar el programa de trabajo a un nombre es sobre la que de hecho giraba el mandato negociador que recibió el pasado 27 de mayo el presidente permanente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, para negociar con la Eurocámara un presidente de consenso.
Desde el Parlamento Europeo, los principales formaciones, el PPE, pero también los Socialistas y Demócratas (S&D) y los liberales (ALDE) han mostrado su apoyo a Juncker por ser la formación que obtuvo más votos en el conjunto de la UE y querer ante todo mostrar su respeto al proceso derivado del tratado de Lisboa.
La formación europea más reticente a dar el visto bueno a Juncker es la Izquierda Unitaria Europea, grupo al que pertenecerán la próxima legislatura los españoles de Izquierda Unida (IU) y Podemos, y que se niegan a apoyar a "ningún candidato que esté en línea con las políticas de la troika", según un comunicado del grupo.
Una de las posibles alternativas a la candidatura de Juncker, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, afirmó el viernes que no es candidata a sustituir José Manuel Durao Barroso en la CE, pese a las especulaciones en torno a su nombre, ya que asegura querer cumplir su mandato al frente de ese organismo financiero.