Una salida de Grecia del euro sería catastrófica y no habrá cambios en el acuerdo de austeridad a cambio de ayuda, advirtió el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker ante las elecciones de mañana domingo en ese país.
"Independientemente de las consecuencias económicas y sociales para Grecia, sería un perjuicio para la eurozona y para la unidad de la eurozona. Hay que evitarlo. Crearía un modelo desastroso. De eso han de ser conscientes los griegos", advierte Juncker en una entrevista que publica hoy el diario austríaco Kurier.
"Sólo puedo advertir a todo el mundo sobre la salida de la unión monetaria. La unidad interna de la eurozona peligraría", señala el primer ministro de Luxemburgo al ser preguntado por la posibilidad de que la izquierda de Syriza, que ha postulado contra la austeridad, triunfe en los comicios griegos.
Juncker advierte en la charla de que no puede descartarse una victoria de esta formación y de que las consecuencias de ese escenario para la eurozona son "imprevisibles".
Syriza, que aboga por permanecer en la Unión Europea y en el euro pero cancelando el compromiso de austeridad, se perfila como uno de los posibles ganadores de las legislativas que celebra mañana Grecia.
Al respecto, el presidente del Eurogrupo recuerda que el resultado de las elecciones "está al filo de la navaja" pero que independientemente de lo que los griegos elijan, la eurozona tendrá que tratar rápidamente con el nuevo Ejecutivo sobre el programa a de ajuste.
Eso sí, Juncker descarta cualquier negociación de las condiciones de austeridad impuestas a Grecia a cambio de ayuda financiera, como defienden ahora varias formaciones helenas, como los conservadores de Nueva Democracia.
"La idea de combatir las deudas con más deuda estatal y con déficit presupuestario es absurda. Los griegos tienen que tenerlo claro. No se puede negociar sobre la sustancia del programa de ahorro para Grecia", asegura el político conservador.
Juncker, que apuesta por más integración en la eurozona, menciona también que el mercado financiero ha exagerado en su reacción ante el anuncio de una ayuda de 100.000 millones de euros a la banca española, y recuerda que España aún no ha presentado oficialmente ninguna solicitud.