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Las figuras moderadas están abandonando el Gobierno de Donald Trump, que en su segundo año como presidente parece más cómodo en el cargo y ha perdido la paciencia con quienes le contradicen o tratan de contener sus instintos más nacionalistas.

El fulminante despido esta semana del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, se sumó a la renuncia este mes del principal asesor económico de Trump, Gary Cohn, quien se oponía a los planes del presidente de imponer aranceles al acero y el aluminio.

Trump nombró en su lugar a dos figuras más afines a sus ideas, Mike Pompeo y Larry Kudlow, y advirtió de que podría haber más cambios en su equipo, una amenaza que hasta hoy no se ha materializado en nuevos despidos pero que tuvo al personal de la Casa Blanca en vilo durante toda la semana, según varios medios.

"Siempre habrá cambios, y creo que queremos ver cambios. Quiero escuchar ideas diferentes", afirmó Trump a periodistas el jueves.

La transición en el entorno de Trump llega en un momento en el que el presidente se prepara para su próxima cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong-un, y para implementar sus polémicos aranceles y posibles medidas comerciales contra China, una puesta en práctica del discurso proteccionista que tanto enciende a su base electoral.

Para planear la delicada cita con Kim, Trump ha reemplazado a Tillerson -el miembro de su Gobierno que más esfuerzos puso en la diplomacia con Corea del Norte- por Pompeo, un excongresista ultraconservador que ha adoptado una línea dura ante Piongyang.

Además, muchos en la Casa Blanca ven próximo el despido del asesor de Seguridad Nacional de Trump, H.R. McMaster, un general que ha contradicho varias veces al presidente en privado, lo que supondría una remodelación completa del equipo de Exteriores apenas semanas antes de la esperada cita con Kim.

"Trump está creando un Gobierno de aduladores, no de gente que le diga la verdad. Eso no le conviene, porque es lo suficientemente inexperto y volátil como para necesitar voces firmes e independientes que le asesoren", dijo a Efe un experto en seguridad nacional en la American University, Gordon Adams.

"Cada vez quedan menos voces de ese tipo en su entorno, y la salida de McMaster solo agravaría el problema", agregó.

El nombre que suena con más fuerza para reemplazar a McMaster es el de John Bolton, un exembajador estadounidense ante la ONU que se reunió la semana pasada con Trump y que ha defendido un ataque militar a Corea del Norte para acabar con su programa nuclear.

Una combinación de Pompeo y Bolton sería "un desastre", según Adams, porque su intervencionismo "aseguraría el fracaso de cualquier conversación entre Trump y Kim y podría llevar a la acción militar", además de conducir, probablemente, a la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán.

"La única voz que podría aportar razón y moderación en ese caso sería el (secretario de Defensa, el) general (James) Mattis, lo que deja la seguridad nacional de Estados Unidos pendiente de un hilo", advirtió.

Mattis es, aparentemente, el único asesor que ha tratado de contener los impulsos de Trump sin perder el favor del presidente.

Ese mismo papel lo intentaron ejercer Tillerson, Cohn y el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, pero en los últimos meses los roces entre Trump y este último se han hecho públicos, y hay rumores de que también podría ser despedido.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, dijo el viernes que no se esperan despidos inmediatos, pero que Trump quiere rodearse "de la gente adecuada para este momento", y que "según cambian las prioridades, a veces habrá cambios de personal".

Aunque el entorno de Trump siempre ha estado plagado de caos, el presidente parece estar en una fase en la que confía más en su propio criterio y quiere rodearse de gente que vaya a seguirle el juego, tras la marcha de algunos de sus asesores más fieles, como la exdirectora de Comunicación, Hope Hicks.

"Creo que siente que entiende mejor lo que significa el cargo, y que quiere dejar su propia impronta en este Gobierno. Además, nunca le gustó compartir protagonismo con otros que puedan hacerle sombra, como McMaster, Tillerson y Cohn", dijo a Efe un experto en política presidencial en la Universidad de Boston, Thomas Whalen.

Los cambios podrían afectar también a miembros del gabinete acusados de malversar fondos públicos, y llegan poco antes de las elecciones legislativas de noviembre, en las que Trump se juega el control republicano del Congreso y, con él, parte de su orgullo.