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Un incendio en una discoteca en la ciudad brasileña de Santa María dejó en la madrugada de hoy al menos 233 muertos y 106 heridos, magnitud que convierte la tragedia en la mayor de este tipo los últimos cincuenta años en Brasil, según el último boletín de las autoridades.

La mayoría de las víctimas mortales, 120 hombres y 113 mujeres, eran estudiantes de diferentes facultades de la Universidad Federal de Santa María que celebraban una fiesta en la discoteca Kiss.

Santa María, una ciudad de 261.000 habitantes en el interior de Río Grande do Sul, estado del sur de Brasil fronterizo con Argentina y Uruguay, cuenta con un elevado número de estudiantes, más con la décima parte de la población del país, por concentrar ocho universidades.

Según las primeras investigaciones, el incendio comenzó hacia las 02.30 hora local (04.30 GMT), cuando fue encendido en el escenario de la discoteca un equipo de fuegos pirotécnicos conocido como "Lluvia de plata", cuyas chispas alcanzaron la espuma utilizada como aislante acústico en el techo del establecimiento.

"Todo comenzó porque utilizaron artefactos pirotécnicos en un local cerrado. Eso generó un incendio y un humo muy tóxico que se expandió rápidamente", explicó el comandante del Cuerpo de Bomberos de Río Grande do Sul, coronel Guido de Melo.

Además del uso de un artefacto no permitido dentro de un establecimiento cerrado, contribuyeron a la tragedia el pánico provocado por la rápida expansión de la humareda y la supuesta decisión de los vigilantes de cerrar las puertas para evitar que el público saliese sin pagar, según los bomberos.

Hasta ahora ninguna autoridad ha confirmado el número de personas presentes en la discoteca, cuya licencia de funcionamiento estaba vencida, ni la capacidad de la misma, pero algunas versiones indican que eran cerca de mil.

Las llamas, la caída del fluido eléctrico y la humareda generaron pánico entre las personas que estaban en la discoteca y una estampida hacia las puertas, donde muchos murieron pisoteados.

"Recibimos la información de personas que estaban en el lugar de que los vigilantes de la discoteca inicialmente cerraron las puertas y no permitieron una rápida evacuación. Eso provocó aún más pánico y tumulto", según el comandante del Cuerpo de Bomberos.

La difícil evacuación y la avalancha de personas corriendo hacia la única salida causaron numerosas muertes por asfixia.

Según el capital Edi Paulo García, oficial de la Policía Militarizada, la mayoría de los cuerpos fueron hallados amontonados y sin quemaduras.

El ministro de Salud, Alexandre Padilha, que se desplazó a Santa María junto con numerosos médicos y socorristas, aseguró que tan sólo el 20 por ciento de los hospitalizados sufrió quemaduras y en sólo 16 casos se registraron quemaduras de gran extensión.

"Con los cuerpos la proporción fue menor. Sólo una pequeña minoría fue víctima de quemaduras", afirmó Padilha, quien relató que la mayoría de los internados son tratados por intoxicación respiratoria y que 30 pacientes tienen ventilación asistida.

La tragedia obligó a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, a suspender sus compromisos en Chile, donde participaba de la Cumbre Celac-Unión Europea, y viajar inmediatamente a Santa María para reunirse con los familiares de las víctimas.

"Quien necesita de mí en este momento es el pueblo brasileño. Les pedí a todos los ministros ayudar en lo que puedan y trasladarse allí, y yo también estaré allí", dijo poco antes de embarcar.

Rousseff, acompañada por sus ministros de Salud, Educación, Desarrollo, Industria y Comercio y Derechos Humanos, se reunió con algunos de los heridos en el hospital de la Caridade y con los familiares de las víctimas en el Centro Deportivo Municipal, adonde fueron trasladados los cadáveres para su identificación.

La mandataria, que vivió la mayor parte de su vida en Río Grande do Sul, donde aún residen su hija y su nieto, lloró junto con los familiares de las víctimas en un clima de conmoción generalizado.

Según listas divulgadas por los medios locales, el incendio en Santa María es el más trágico en los últimos cincuenta años en Brasil, y sólo le supera el ocurrido el 17 de diciembre de 1961, hace más de medio siglo, en una función de un circo en la ciudad de Niteroi, en el que murieron al menos 503 personas.