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Los irlandeses votan hoy en el referéndum sobre la reforma de la ley del aborto, una de las más duras de Europa, en el que la participación será clave para el resultado final y para lo que se han sumado muchos de ellos llegados desde el resto del mundo.

Como ocurrió en la consulta de 2015 para legalizar el matrimonio homosexual, una parte significativa de la diáspora irlandesa se ha desplazado con cualquier medio de transporte a su disposición para no perderse una "oportunidad única en toda una generación", según pidió el primer ministro, el democristiano Leo Varadkar.

Las redes sociales están dando testimonio del bullicioso tránsito, sobre todo de jóvenes, por los aeropuertos, puertos marítimos o estaciones de autobuses y trenes para llegar hasta los centros de votación, que abrieron hoy a las 06.00 y cerrarán a las 21.00 horas GMT.

Quince horas de jornada electoral para favorecer la participación de los 3,2 millones de personas convocadas por el Gobierno del partido Fine Gael para decidir en esta consulta si suaviza la legislación vigente, cuyas restricciones obliga a miles de mujeres de este país a viajar cada año al extranjero para abortar, nueve a diario.

A media tarde, se superaba en casi todos los centros de votación la participación de 2015 en ese punto, si bien la principal campaña por el "sí", "Together For Yes", recomendó no caer en la complacencia."Sabemos que en algunas zonas la afluencia es un poco menor, por lo que pedimos a los votantes de esas áreas que hablen con sus amigos, familiares y compañeros de trabajo y que se aseguren de que votarán antes del cierre", señaló la plataforma en un comunicado.

Los partidarios y detractores de reformar la ley consideran que la alta participación podría decidir el resultado final, pues aunque las encuestas conceden ventaja al "sí", el "no" ha reducido la diferencia en las últimas semanas y todavía quedan bastantes indecisos. El propio Varadkar dijo hoy estar "cautelosamente confiado" en que el "sí" ganará, pero recordó que no "debe darse por hecho" y animó a la ciudadanía a seguir acudiendo a las urnas.

"Una participación alta sería ventajoso para la campaña del 'sí'. Por suerte, el día soleado que tenemos hoy en Irlanda ayudará", dijo el primer ministro, de 39 años, médico de profesión y abiertamente gay.

El líder conservador fue uno de los primeros políticos en votar, seguido de cerca por un gran número de medios de comunicación nacionales e internacionales, ante el gran interés que ha generado la posibilidad de que este país, aún mayoritariamente católico, elimine las duras restricciones del aborto, criticadas, entre otros, por la ONU y la Unión Europea (UE).

En lado opuesto, el dirigente del Sinn Féin Peadar Toibin -tercera fuerza nacional- volvió a considerar que la futura ley abrirá la puerta a los "abortos a la carta", al tiempo que se eliminará de la Constitución el "derecho a la vida" de los "no nacidos".

Toibin, uno de los activistas más visibles del "no" durante la campaña, representa la complejidad moral que tiene este asunto en Irlanda, donde los principales partidos, como el Sinn Féin, están con el Gobierno, pero han dejado que sus miembros actúen de acuerdo a sus principios.

También los grupos provida y la Iglesia católica, aún influyente a pesar de los escándalos de abusos sexuales a menores, rechazan cualquier cambio, pues creen que dará paso a la terminación de embarazos de "no nacidos" con malformaciones físicas o psíquicas.

El Gobierno ha pedido al electorado que se pronuncie sobre la eliminación de la llamada "octava enmienda", incluida en 1983 en la Constitución, y que garantiza de igual manera el derecho a la vida del "no nacido" y de la madre.

De acuerdo con esta provisión, la ley promulgada en 2013 por el Ejecutivo del Fine Gael, la primera en la historia de Irlanda, solo permite la interrupción del embarazo en circunstancias excepcionales, como cuando la vida de la madre corre peligro, que incluye la amenaza de suicidio, pero no contempla casos de incesto, violación o malformaciones del feto.

Si desaparece la "octava enmienda", el Gobierno, en el poder desde 2011, redactará una nueva legislación que podría permitir el aborto en Irlanda en todas las circunstancias durante las primeras doce semanas de embarazo y, en casos excepcionales, hasta las veinticuatro semanas.

El recuento de votos comenzará este sábado a las 08.00 horas GMT del sábado y los primeros resultados provisionales podrían conocerse a mediodía, mientras que el definitivo se espera a última hora de la tarde.