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Un mes después del paso del tifón Yolanda, el camino que les queda a los más de quince millones de afectados es largo, según dicen las ONG que trabajan en la zona, donde murieron casi 6.000 personas, más de cuatro millones fueron trasladadas y cientos de miles de hectáreas de cultivo fueron arrasadas.

Estas son las cifras de la catástrofe que se cebó con la ciudad filipina de Tacloban, en la provincia oriental de Leyte, un mes después del paso del tifón, según el responsable de seguridad de Acción contra el Hambre, Gonzalo Palacios.

Unos datos que obligan, según el director técnico de la ONG, Amador Gómez, a mantener la ayuda internacional en zona porque, tras la fase de emergencia, es necesario lograr la rehabilitación completa y la reactivación de los medios de vida de los afectados.

REHABILITACIÓN LARGA

"El camino es largo", insiste Gómez, que señala que las fases de post emergencia y rehabilitación podrían durar hasta dos años.

Los primeros momentos fueron de caos inicial, de destrucción absoluta, pero esta situación fue cambiando gracias al buen ánimo de la población filipina que se encargó desde un primer momento de reconstruir infraestructuras, limpiar las calles y enterrar cadáveres.

Las primeras respuestas de emergencia, con "ayuda paliativa" de las ong, fueron destinadas a salvar vidas, con suministro de agua potable, ayuda alimentaria inmediata e intervenciones nutricionales a los más vulnerables, pueden durar cinco meses más.

Pero el reto está ahora en reconstruir los hogares, facilitar el acceso al agua potable, establecer el sistema de salud local y conseguir la autonomía de los más de quince millones de afectados.

La comunidad internacional hasta el momento ha comprometido un 49 % de los fondos solicitados por Naciones Unidas y para que esa aportación sea rentable los cooperantes aseguran que tiene que mantenerse.

"Las familias volverán a las zonas de riesgo si no hay ayuda internacional. Hay que mantener la ayuda en el tiempo, para que la población aumente las capacidades. Si no, lo que hemos invertido no será rentable", ha incidido Gómez.

Uno de los objetivos de los cooperantes es evitar que se creen "cinturones de pobreza" en las grandes ciudades, unos "cinturones" formados por cerca de 10.000 personas que huyen de Tacloban cada mes tras haber perdido, no sólo sus hogares, sino también sus medios de vida.

AUMENTO DE LA POBREZA

Los emigrantes de Tacloban pertenecen al mundo rural y se dedican, principalmente, a la agricultura y la pesca, y al llegar a las ciudades se instalan generalmente en malas condiciones y pierden la red de protección familiar.

"El desplazamiento a la ciudad provocará un aumento de la pobreza, es preferible recuperar los medios de vida en el lugar de origen, porque en Manila o las grandes ciudades no van a encontrar un puesto de trabajo de su competencia", advierte Gómez.

Para evitar esto, las ONG están desarrollando programas que ofrecen a los afectados alimentos o dinero a cambio de su trabajo, y que buscan que se impliquen en las labores de reconstrucción y consigan dinamizar el mercado local.

Asegurar la calidad del agua en los hogares es el principal reto que se plantea a nivel de saneamiento para evitar epidemias y enfermedades de origen hídrico, aunque los expertos esperan que la red de agua pueda rehabilitarse pronto gracias a que no ha quedado completamente destruida.

La situación nutricional es "contenida", pero aumentan las enfermedades diarreicas y el mayor riesgo está en los contagios en una zona como Tacloban, que ya tenía niveles de malnutrición en torno al 8 %, superiores a los del resto del país.