El Gobierno de Brasil ha prorrogado un año más la intervención militar en el área de seguridad de Río de Janeiro. Los cadáveres en plena calle empiezan a ser una estampa rutinaria en el país, en el que cada año mueren asesinados 63.000 brasileños.
Son los últimos datos que acaba de hacer publico el Fórum de Seguridad Pública brasileño. Más de la mitad de estos homicidios dibujan el mismo perfi: Jóvenes de entre 15 y 19 años, de raza negra y pobres.
La violencia endémica que sufre Brasil está alcanzando proporciones catastróficas, unas cifras de asesinatos que superan treinta veces más la tasa europea. Si buscasemos una comparación, el número de asesinados por la violencia en Brasil equivale a que cada día se estrellase un avión comercial y murieran todos sus ocupantes.
Entre 2006 y 2016 se produjeron 553.000 asesinatos, más muertos que hasta ahora en la guerra de Siria. Se estima que 50 millones de brasileños tienen al menos un familiar o amigo cercano asesinado.
El aumento de la violencia se explica, entre otras razones, por la guerra entre narcotraficantes, en especial en el norte, en zonas fronterizas con Perú y Boivia, por donde entra la cocaína.
La inacción de las autoridades, el racismo institucional y una sociedad cada vez más agresiva, son otras causas, más profundas, del constante aumento de los homicidios.