Al menos 23 presuntos narcotraficantes murieron en las operaciones desplegadas por la policía de Río de Janeiro contra los grupos criminales que han sembrado el pánico en esta ciudad brasileña con acciones como la quema de 36 vehículos. Las operaciones policiales en 27 favelas en las que actúan grupos de narcotraficantes dejaron 15 supuestos pistoleros muertos y 31 detenidos. En los tres días de operaciones, se decomisaron 29 pistolas y revólveres, 10 fusiles, dos escopetas, una submetralladora, cinco granadas, dos bombas caseras, un cóctel molotov, nueve artefactos explosivos, según el último balance de la policía.
De acuerdo con el mismo balance, dos policías sufrieron heridas de bala pero están fuera de peligro.
Las quince víctimas se suman a las cinco del martes y otras tres del lunes, desde cuando han sido arrestados 159 supuestos integrantes de bandas armadas.
Las acciones más violentas se registraron en las favelas de Guaxá y Jardim Floresta, en el municipio de Belford Roxo, donde murieron ocho narcotraficantes que se enfrentaron a tiros con la policía.
Además de haber doblado su presencia en las calles y ordenado el acuartelamiento de todos sus efectivos, la policía lanzó operaciones en Vila Cruzeiro, una peligrosa barriada controlada por organizaciones criminales que fue ocupada por el temido Batallón de Operaciones Especiales (BOPE).
La llamada Tropa de Elite de la policía, cuyas acciones contra el narcotráfico han inspirado dos exitosas películas, ocupó la barriada en la que supuestamente se esconden varios de los jefes del Comando Vermelho (Comando Rojo), la mayor organización criminal de Río de Janeiro y a la que se le atribuyen los ataques de los últimos días.
La movilización policial tiene por objetivo poner fin a los ataques de grupos criminales contra blancos civiles, principalmente automóviles particulares y autobuses, que han generado pánico en Río de Janeiro desde el pasado sábado.
Las autoridades de Río de Janeiro, que será una de las subsedes del Mundial de Fútbol de 2014 y la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, han atribuido los ataques a una represalia de los grupos criminales que fueron expulsados por la policía de importantes favelas en las que controlaban el tráfico de drogas.
Tanto el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, como el alcalde Eduardo Paes consideran que la ofensiva violenta tiene por objetivo presionar a las autoridades para que suspendan la instalación de las llamadas Unidades de Policía Pacificadora (UPP) en barriadas que antes eran controladas por grupos criminales.
El secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro, José Mariano Beltrame, aseguró que los ataques fueron ordenados desde cárceles por los jefes del Comando Vermelho que están presos. Beltrame agregó que la justicia ya autorizó el traslado a presidios federales de máxima seguridad en estados distantes de Río de Janeiro de ocho presos que pueden ser los jefes de esta banda.
Los ataques comenzaron el sábado en importantes vías de la ciudad pero se intensificaron desde el martes por la noche y se extendieron a varios municipios del área metropolitana de Río de Janeiro, incluyendo los de la llamada Baixada Fluminense y Niteroi.
Como en las ocasiones anteriores, los atacantes fuertemente armados, algunos de ellos con fusiles, bloquearon vías importantes, asaltaron a los ocupantes de los vehículos y le prendieron fuego a los automóviles en medio de la calle.
Tan solo entre el martes por la noche y hoy por la mañana los delincuentes le prendieron fuego a siete autobuses, dos furgonetas de transporte público y quince vehículos particulares en diferentes áreas de la región metropolitana.
Igualmente atacaron a tiros una cabina policial en la ciudad de Duque de Caxias, pero el agente que estaba en su interior salió ileso gracias a que la estructura tiene vidrios blindados.
Cuatro pasajeros que estaban en una furgoneta incendiada sufrieron quemaduras pero están fuera de peligro, según las autoridades.
Entre las personas capturadas este miércoles figuran cinco acusadas de haber lanzado bombas incendiarias contra vehículos.
Uno de ellos fue identificado por testigos como el autor del ataque a la furgoneta y otro dijo haber recibido 200 reales (unos 115,6 dólares) por prenderle fuego a un automóvil.