Más de 400 personas han muerto y 6.700 han resultado heridas por el seísmo que ha devastado el oeste de Irán, donde siguen hoy a contrarreloj las tareas de rescate para intentar hallar supervivientes entre las ruinas.
Edificios convertidos en escombros, vehículos aplastados, campamentos improvisados para los damnificados y comercios y escuelas cerrados eran el desolador paisaje de varias poblaciones de la provincia occidental de Kermanshah, fronteriza con Irak. El seísmo, de 7,3 grados en la escala de Richter y que tuvo anoche su epicentro en la frontera entre Irán e Irak, arrasó varias localidades iraníes y provocó en esta jornada nuevas réplicas.
Ante la magnitud de la tragedia, las autoridades iraníes movilizaron a todos los cuerpos de seguridad, incluidos el Ejército y los Guardianes de la Revolución, para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros.
En los alrededores de los edificios en ruinas de la población de Sarpul Zahab, la más damnificada, cientos de personas esperaban con angustia noticias de sus allegados, desaparecidos desde que anoche la tierra tembló.
Para algunos nunca llegaron buenas nuevas. La joven Moradijah, quien explicó a Efe que su tía y sus dos primos estaban bajo los escombros de un edificio de protección oficial, fue testigo horas más tarde de que cómo los equipos de rescate sacaban sus cuerpos."Anoche llamamos por teléfono a nuestros familiares y, al no poder localizarlos, vinimos a buscarlos", contó la estudiante, sin poder controlar el llanto.
Las tareas de rescate y desescombro, en las que se emplean perros rastreadores y grúas, debieron detenerse momentáneamente en alguna ocasión a causa de las réplicas del temblor.
Los congregados imploraron desconsolados ayuda al cielo y al muy venerado imán Husein, el tercero de los chiíes y nieto del profeta Mahoma.
Otros tenían familiares heridos. La amplitud del desastre colapsó o destruyó los centros sanitarios de las localidades más afectadas como Sarpul Zahab, Eslamabad Gharb y Ghasr Shirin.
Ante esta situación, las autoridades enviaron diecinueve helicópteros y tres aviones a dichas zonas, algunas de las cuales como Ghasr Shirin parecían ciudades fantasma, para trasladar a los heridos a hospitales cercanos.
En estas labores también se utilizaron unas 140 ambulancias, según explicó a la televisión estatal el vicepresidente de la Organización de Gestión de Crisis de Irán, Behnam Saidi.
Numerosos edificios se derrumbaron y los daños son por ahora difíciles de cuantificar, debido a que todavía permanecen cortadas las comunicaciones y las carreteras de acceso a algunas zonas remotas.
El presidente iraní, Hasan Rohaní, dijo hoy que es "imperativo que todos los organismos competentes y de socorro trabajen en plena colaboración para proporcionar ayuda, alojamiento y atención a los heridos". También garantizó que su Gobierno apoyará a las víctimas con "todos sus recursos, movilizando todas las capacidades a nivel nacional y local". Rohaní, quien presidió en Teherán una reunión extraordinaria con su gabinete, tiene previsto viajar a la región, a la que ya se ha desplazado una delegación encabezada por el ministro del Interior, Abdolreza Rahmani Fazli.
El líder supremo iraní, Ali Jameneí, también subrayó en que todas las capacidades del país deben "usarse rápidamente" para evitar que aumente el número de muertos en Kermanshah.
Sin embargo, muchos de los damnificados no ocultaban su malestar por la falta de ayuda tras perder sus viviendas y tener que alojarse en tiendas de campaña. "No tenemos ni agua ni comida", se quejó a Efe Safarí, un hombre de 32 años que pudo escapar de su casa antes de que se derrumbara y acampa ahora en un parque de Sarpul Zahab, donde se registra el mayor nivel de destrucción y más víctimas mortales.
Al margen de los parques, han sido habilitados campamentos en otras zonas de Kermanshah y en provincias vecinas, debido, además de a la destrucción, a que servicios básicos de agua y luz se han visto dañados.
Tras el terremoto hubo más de un centenar de réplicas, según el Centro Sismológico de Irán, que situó el epicentro a 11 kilómetros de profundidad en la localidad fronteriza iraní de Azgale.
Las réplicas, algunas de 4,7 grados, se han sentido en varias provincias del norte, oeste y centro de Irán, incluida la capital, Teherán, así como en países de la zona como Irak, Turquía y Kuwait.
Los terremotos en Irán son frecuentes, pero este ha sido el más potente de los últimos años. Los más graves hasta la fecha se produjeron en diciembre de 2003 y en junio de 1990, cuando perdieron la vida respectivamente 31.000 y 37.000 personas, respectivamente.