10 cosas que, probablemente, no sabías sobre la Dehesa de la Villa
La Comunidad de Madrid declarará Bien de Interés Cultural la Dehesa de la Villa.
La Comunidad de Madrid declarará Bien de Interés Cultural la Dehesa de la Villa. En resolución del 3 de octubre, publicada en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid el día 18 de este mes, se resuelve incoar el expediente que llevará a la declaración de BIC y otorgará una especial protección a este parque de Madrid.
La Dehesa de la Villa es un parque único, singular y muy desconocido aún para muchos madrileños. Pero entre sus pinos, acacias y almendros guarda mucha historia y algunos secretos.
Te contamos algunas cosas que probablemente no sabías sobre la Dehesa de la Villa.
La Dehesa de la Villa pasó a formar parte de Madrid en el año 1152.
El terreno pertenecía al rey Alfonso VI de León que se la donó a la Villa porque en los madrileños había hallado siempre “la mayor fidelidad” recompensa por su ayuda durante la Reconquista.
En su origen se llamó ‘Dehesa y Eras de Amaniel’, nombre que recibió por Lope de Amaniel, ballestero del rey Enrique II de Castilla, que ejerció como guarda mayor de la Dehesa.
Pasó a llamarse ‘De la Villa’ en honor a su pertenencia a Madrid, a partir de la donación de Alfonso VI ya que la ciudad había recibido el título de ‘Villa’ unos años antes, en 1123
Una dehesa es un bosque integrado por encinas o alcornoques rodeadas de pasto, generalmente destinadas al pastoreo de ganado.
La Dehesa de la Villa fue en su origen una dehesa de encinas por donde campaba a sus anchas el ganado que abastecía de carne a Madrid. En aquella época tenía unas mil hectáreas y una parte de los terrenos estaban dedicados a labranza.
Con el tiempo, el ganado y las encinas fueron desapareciendo. En tiempos de Isabel II se inició la repoblación con pinos que son hoy, la especie dominante, dado que las pérdida de arbolado había convertido a la dehesa en casi un erial. En 1890 el ayuntamiento de Andrés Mellado organizó la plantación de pinos
Actualmente la vegetación está formada, sobre todo, por pinos piñoneros y carrascos, aunque alguna encina permanece como vestigio de los días en que aún era la ‘Dehesa de Amaniel’, primer nombre que recibió.
También hay acacias, chopos, sauces fresnos, olmos, cipreses eucaliptos, cedros, laureles, así como almendros y ciruelos de Pissard que en primavera se encargan de teñir de rosa y blanco las zonas próximas a la calle Francos Rodríguez. Y arbustos como jaras, romero y retamas.
Paseando entre los árboles, según la temporada del año, es fácil ver, o escuchar, ejemplares de ardilla roja saltando entre los árboles. Entre las ramas campan a sus anchas más de 70 especies de aves, entre ellas, el gorrión, pinzón, verdecillo, carbonero común, mirlo, pito real, petirrojo o autillo.
En el siglo XVI una senda que pasaba por la Dehesa unía el Palacio del Buen Retiro con el de El Pardo. Se conocía como el camino de los Carabineros.
Carlos II arregló la senda y la transformó en una calle que, con el tiempo se nombró en honor al que fue alcalde de Madrid a principios del siglo XX: José Francos Rodríguez
La Dehesa de la Villa sirvió de campamento al Ejército de África en mayo de 1860 y del Ejército del Norte, en 1876 durante la III Guerra Carlista.
Desde 1850 y hasta principios del siglo XX la dehesa fue campo de instrucción militar. Más tarde se vendió una parte del terreno para construir un ‘manicomio’. Nunca llegó a construirse.
El trazado de un ramal del Canal de Isabel II, la Acequia del Norte, cruzó la Dehesa en el siglo XIX.
En la remodelación que sufrió a finales del siglo XX y principios del XXI, las sendas por donde transcurría se convirtieron en sendas peatonales y para ciclistas. Queda un remanente del canal (el ‘canalillo’) en el parque de Ofelia Nieto.
Mucho antes de que el Canal de Isabel II llevara el agua corriente a los hogares de Madrid, el suministro de agua se realizaba en Madrid por medio de los llamados ‘Viajes de agua’. Eran acueductos subterráneos que transportaban el agua desde los numerosos arroyos que corrían por la región hasta las fuentes de la ciudad. Comenzaron a construirlos los árabes en el siglo VIII.
Hubo muchos y uno de ellos discurrió por debajo de la Dehesa. El llamado ‘viaje de agua de Amaniel’. Su recorrido aún se puede seguir porque todavía quedan algunos de los mojones o ‘capirotes’ que marcaban en superficie la ruta que seguía en el subsuelo.
El viaje de agua de Amaniel se construyó entre 1614 y 1616. Llevaba el agua hasta el Real Alcázar en un viaje de dos kilómetros.
También abastecía a particulares y a comunidades religiosas que gozaban de tal privilegio, Estuvo en funcionamiento hasta 1932.
En 1910 se construyó una carretera que atravesaba la dehesa en dirección a la M-30, a la altura de Puerta de Hierro y la carretera de El Pardo.
Esta carretera se mantuvo en funcionamiento hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando se peatonalizó y se dedicó un parte a pista para bicicletas, dando cumplimiento a una antigua reivindicación vecinal.
Durante la Guerra Civil , la Dehesa de la Villa se convirtió en uno de los frentes que rodearon Madrid. La altura del parque sobre la zona de la carretera de La Coruña le otorgaba un carácter estratégico muy importante para la defensa de la ciudad
Todavía hoy en día se pueden observar los restos de trinchera, así como búnkers, trincheras e impactos de proyectiles. En sus terrenos se han encontrado numerosas víctimas mortales
Hasta llegar a las 64 hectáreas que tiene actualmente, la Dehesa ha ido perdiendo terrenos por diferentes motivos.
En 1929 la Ciudad Universitaria le restó 320 hectáreas. Otras construcciones posteriores redujeron más su superficie.
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