- Compartir:
- Compartir en Facebook
- Compartir en Twitter
- Compartir en Whatsapp
- Compartir en Messenger
- Compartir en Messenger
Algunas cosas que los madrileños no conocen o han olvidado sobre Madrid
- A veces creemos que estamos en un aparcamiento, pero en realidad es también un museo
- Pasamos por delante de una mercería y, si nos fijamos bien, dentro no venden ni botones ni cremalleras
Vamos a viajar en el tiempo y en el espacio. Retrocederemos cientos de años y nos trasladaremos a varias partes de la ciudad para entender mejor la importancia de algunos hallazgos y lugares. En otros casos bastará con atreverse a abrir una puerta y mirar en el interior.
Comenzamos yéndonos a la época de la dominación musulmana. No existía Madrid sino Mayrit y esta población medieval tenía ya cierta importancia en la ruta a Toledo, verdadero núcleo del poder en el centro de la Península. Sin duda es muy conocida la muralla árabe de Madrid, cerca de la catedral de la Almudena, en el parque del Emir Mohamed I.
Son visibles los vestigios de aquel muro defensivo. La pena es que no podamos ver, justo al lado, una de las entradas al Madrid de entonces: la puerta de La Xagra. La puerta que llevaba a los campos cultivables que hoy conocemos como La Sagra toledana y un poco madrileña también.
Un museo escondido en un aparcamiento
No podemos ver esta puerta, pero sí meternos en un auténtico túnel para echar atrás en el tiempo. El túnel de acceso al aparcamiento bajo la Plaza de Oriente. En este estacionamiento encontramos los restos bien conservados de la base de uno de los torreones defensivos de Mayrit.
Tras unos cristales se puede observar la obra de los albañiles y alarifes (ambas palabras de origen árabe) que levantaron estas enormes atalayas. A esta se la conoce como Torre de los Huesos.
Pero la sorpresa no se queda aquí. También hay un pequeño museo en este aparcamiento, junto a la dársena de los autobuses. La gente no suele reparar en él pero exhibe una muestra de lo que se sacó durante las obras del túnel de Bailén, en los años 90. Un recorrido por la historia de Madrid desde el siglo XII al XIX.
La 'capilla sixtina' de Madrid
San Antonio de los Alemanes (o de los Portugueses) es uno de los templos más espectaculares de la ciudad. De estilo barroco, fue mandado construir por Felipe III. Se encuentra en la confluencia de la calle de la Puebla y la Corredera Baja de San Pablo.
Dos rasgos lo convierten en algo único: su planta en forma de elipse y su decoración interior, completamente pintada al fresco. Felipe III dedicó la iglesia y su cercano hospital a los peregrinos portugueses que por aquí pasaban. Así, al principio se conoció como San Antonio de los Portugueses.
Con la pérdida de Portugal el templo dejó de acoger a personas de ese país. Más tarde Mariana de Austria decide que sean alemanes católicos los que se encarguen de la iglesia. A partir de entonces se conocerá como San Antonio de los Alemanes.
El rock no tiene edad
Se llamaba Ángeles Rodríguez Hidalgo, pero fue conocida como 'la abuela rockera'. De nacionalidad argentina, tuvo que sacar adelante a sus cinco hijos ella sola. Ya mayor empezó a gustarle el rock y en especial el heavy metal.
La culpa fue de uno de sus nietos que se la llevaba de conciertos. Hasta llegó a asistir a uno de AC/DC sin olvidar todos los de los grandes grupos españoles de los 80.
La imagen de Ángeles con chupa de cuero y gorra fue la portada del disco 'Toca Madera' del grupo 'Panzer', sin duda una de las mejores decisiones de una de las formaciones esenciales del rock duro de los 80.
Y esa misma imagen es la que se eligió para rendirle tributo con una estatua en su barrio, Peña Gorbea. Fue costeada por un buen número de grupos, músicos y la mítica tienda de discos 'Madrid Rock'. Actualmente la estatua está mutilada y arrancados algunos de los dedos.
La boca de Metro del ratoncito Pérez
El ratoncito Pérez, una creación fantástica del padre Coloma para hacer dormir a Alfonso XIII cuando era niño, ha acabado cobrando vida propia. Es conocida su casa-museo en la calle del Arenal número 8, pero no tanto que tiene su propia puerta para coger el metro en Banco de España cuando quiere.
Otros dicen que no es que sea un acceso del ratón de los dientes al suburbano sino que es la entrada a su casa. Desde luego pocos podrán franquear esa puertecita que apenas tiene 10 centímetros de alto.
Mercería o club 'clandestino'
Medias Puri parece un establecimiento tradicional, de los de toda la vida. Eso es por fuera, porque dentro ni venden botones, ni cremalleras ni hilos para hacer punto de cruz.
Es en realidad una sala-espectáculo en la que, Covid mediante, se puede bailar, escuchar música, tomarse una copa, asistir a un show o alquilarla para un evento privado.
Está en la Plaza de Tirso de Molina, en pleno centro de Madrid, y aseguran quienes han entrado en esta antigua mercería que está llena de sorpresas. Aún conserva algunos elementos de su pasado comercial como una preciosa caja registradora.
El 'otro' gran reloj de Madrid
Cada 31 de diciembre, cerca de la medianoche, el reloj de la Puerta del Sol se convierte prácticamente en la referencia obligada para la mayoría de los españoles que celebran la Nochevieja.
Este reloj que marca las horas desde 1866 es un emblema de la capital, pero no es el más grande. ¿Es el reloj del edificio de Telefónica en Gran Vía?. Tampoco. Ese es uno de los más altos de todo Madrid.
El más grande de todos está a la vista y casi nadie repara en él, tal vez porque está demasiado retranqueado o no destaque en el paisaje, a pesar de que también tiene su altura.
Es el reloj de la estación de Atocha, el de Puerta de Atocha, no el del exterior de la bóveda centenaria que da a la Plaza del Emperador Carlos V. El gran reloj moderno, de los años 90, remata una torre de ladrillo de cuatro caras. En tres de ellas se sitúan las esferas.
En algunas publicaciones se asegura que la manecilla pequeña mide 5 metros y la grande 7. Puede parecer un poco exagerado si se compara con la dimensión de una persona o un coche, pero en cualquier caso el tamaño sigue siendo enorme.
El pasadizo secreto de Bonaparte
El 'túnel de Bonaparte' fue durante mucho tiempo la conexión subterránea del Palacio Real, a través del Campo del Moro, con la Casa de Campo. De hecho, este túnel-gruta ha servido en alguna ocasión para dar salida a los visitantes de estos jardines.
Pero la construcción de Madrid Río acabó con este pasadizo mandado construir por José Bonaparte. Unos dicen que para ir de caza a los montes de la Casa de Campo sin tener que salir a la calle. Otros mantienen que para huir, viendo la que se estaba montando en España contra él y contra su hermano.
Sea como fuere, Madrid Río supuso el cierre de este acceso. Se ha especulado con su reapertura a raíz de la construcción del Museo de Colecciones Reales, pero lo cierto es que no hay ningún plan concreto para su reutilización más allá de anuncios para que tal vez aloje un centro de interpretación sobre 'Pepe Botella'.