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El Ayuntamiento volverá a ofrecer esta semana a los propietarios del Café Gijón la posibilidad de que tengan su propia terraza al lado de la que van a perder, después de que otra empresa haya ganado la adjudicación del kiosco que hasta ahora explotaban los dueños del histórico establecimiento. Así lo ha explicado el concejal del PP del distrito de Centro, Enrique Núñez, quien ha señalado que la concesión del kiosco terraza situado en el Paseo del Prado, que hasta ahora tenían los dueños del Café Gijón, salió a concurso hace unos meses y otra empresa hizo una oferta económica "muy superior", por lo que se le ha adjudicado a esta última.

La decisión de la concesión se ha hecho, ha afirmado Núñez, de acuerdo al pliego de condiciones y tras recabar los informes pertinentes, después de que el pasado mes de mayo la Comisión de Vicepresidencia, Cultura y Deportes de la Asamblea de Madrid aprobara por unanimidad una proposición no de ley del PSOE que instaba a la Comunidad a declarar el Café Gijón Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Hecho Cultural.

Núñez ha remarcado que la alcaldesa ofreció personalmente a los dueños del Café Gijón una terraza de veladores al lado del kiosco cuya concesión van a perder, una terraza que sería suya, "con las características y peticiones que hagan, siempre dentro de la norma, y con un coste económico bastante inferior a lo que supondría el canon de un kiosco-terraza en el Paseo de Recoletos". Sería, ha continuado explicando, una terraza de un máximo de cien metros cuadrados como la que puede tener cualquier otro establecimiento de hostelería de Madrid que así lo solicite.

El Ayuntamiento ya hizo este ofrecimiento al Café Gijón a finales de marzo, cuando se conoció que otra empresa había ofertado una propuesta económica muy superior y los dueños del establecimiento avisaron de que tendrían que cerrar si perdían la concesión del kiosco.

El Consistorio reconoció entonces la "inestimable labor cultural a la ciudad" del Café Gijón, pero sostuvo que no podía saltarse el pliego de condiciones de la concesión -en el que la oferta económica tenía un peso del 70%- y adjudicarla "a dedo", porque supondría vulnerar la ley.

Por eso, se ofreció a los dueños como alternativa que solicitasen permiso para abrir su propia terraza en un espacio contiguo a la que hasta ahora venían explotando.

De esta forma podrían seguir teniendo los ingresos que les permitan mantener este tradicional café madrileño, abierto en 1888 y que ha visto pasar por sus mesas a literatos, filósofos, científicos y políticos de tres siglos.