Castillo-fortaleza de La Alameda, en Barajas | P.O.
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Si te preguntan por Barajas puedes pensar que el tema trata de naipes o del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. Alguno incluso recordará el Parque de El Capricho. Pero pocos se referirán al castillo, parte del cual sigue en pie y que se puede visitar varios días de la semana.

El mal llamado Castillo de Barajas es en realidad el castillo-fortaleza de La Alameda. De hecho se sitúa en un cerro de la Alameda de Osuna, barrio de Barajas. Se atribuye a la todopoderosa familia de los Mendoza, los mismos que erigieron el Castillo de Manzanares El Real, su construcción en el siglo XV.

El emplazamiento no fue casual. Una zona elevada, venteada, próxima al poblado de La Alameda y con el arroyo Rejas para surtir de agua a la guarnición y sus señores.

Vista del castillo y el foso reconstruido que lo rodea | P.O.

El Conde de Barajas

De la familia Mendoza pasó a los Zapata. Uno de ellos fue el primer Conde de Barajas, que tomó el nombre nobiliario de otra de las poblaciones que estaba cerca de La Alameda, Barajas. La fortaleza sufrió diversas obras a lo largo de los siglos para ir siendo más residencia palaciega que edificio defensivo.

El foso que recorre el perímetro sufrió una de las transformaciones más curiosas. Jamás hubo agua o cocodrilos como suele representarse, pero lo que pocos imaginarían es que al perder su carácter militar el foso se convirtió en un jardín renacentista de cuyas trazas hay algún ejemplo en el Museo de Madrid.

Pero además de ser castillo medieval y palacio fortificado posteriormente, también fue prisión de nobles, aposento real o polvorín en la Guerra Civil. De hecho, junto al catillo aún se conserva uno de los 'bunkers' de esta contienda.

Muros de fuego

Son muchos los usos que a lo largo de la historia han visto los muros de sílex de La Alameda. Un sílex que recuerda a una de las frases fundacionales de la Villa de Madrid: "Fui sobre el agua edificada, mis muros de fuego son". Un fuego en alusión a las chispas que saltaban de estas rocas de pedernal cuando eran golpeadas por flechas, lanzas, espadas o corazas.

De estos muros con saeteras, matacanes y otras defensas quedan en la actualidad varios lienzos y dos torres, una de planta cuadrada y otra redonda. En la primera década de este siglo se acometieron unas labores importantes para limpiar las pintadas, consolidar las estructuras, reconstruir el foso y dotar al conjunto de los elementos de seguridad y movilidad que lo hicieran visitable.

Vista aérea del castillo con su foso | TELEMADRID

El 8 de mayo de 2010 se abrió a los madrileños el Castillo de La Alameda o de los Zapata, que así suelen denominarlo, aunque muchos lo hayan 'rebautizado' como el Castillo de Barajas. Y es que en Madrid es frecuente que el callejero oficial no coincida con el popular. Ejemplos los tenemos en la Plaza Elíptica (Fernández Ladreda) o en la Plaza de Ópera (Isabel II).

Cerca del Castillo...

Quienes acuden a ver el castillo suelen reparar en otras construcciones vecinas. Ya hemos hablado del 'bunker' o nido de ametralladoras. Casi pagado a la fortificación se erige una iglesia. En realidad es el Panteón de los Duques de Fernán Núñez, herederos tras diversos enlaces matrimoniales de los títulos y dominios de los Mendoza, los Zapata y otras familias nobiliarias de España.

El panteón de los duques de Fernán Núñez | P.O.

Y junto al magnífico monumento funerario, obra del marqués de Cubas, se sitúa el modesto cementerio de empleados de los Duques de Osuna. El camposanto más pequeño de la capital y en el que sólo se pueden enterrar los familiares de aquellos que sirvieron a la casa de Osuna. Construido en el siglo XVIII, alberga en sus 300 metros cuadrados una veintena de sepulturas y la antigua capilla.

Cementerio de sirvientes de los duques de Osuna | P.O.

Y bajo el castillo, el panteón y el cementerio, se encuentran los restos arqueológicos de un poblado de más de 2.000 años de antigüedad. Pero eso, es otra historia...