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La infanta Elena ha cumplido con la tradición que cada año lleva a un miembro de la Familia Real a venerar al Cristo de Medinaceli, una visita marcada por un incidente fortuito ocurrido momentos antes de su llegada, cuando un cofrade ha sufrido un ataque epiléptico a las mismas puertas del templo.

Mientras los sanitarios del SAMUR atendían al hombre tendido en el suelo, de unos 50 años y que llevaba más de doce horas ayudando a canalizar el aluvión de feligreses que desde la medianoche visitan al Cristo tras guardar largas colas en la calle, la caravana de vehículos oficiales de doña Elena se acercaba a la entrada.

Informada la infanta del episodio, la caravana ha aguardado unos momentos a que los facultativos estabilizaran al paciente; nada más bajarse de su vehículo, se ha interesado por la situación del cofrade, al que los médicos seguían suministrando oxígeno.

Entre vítores y aplausos de la multitud de fieles, mujeres en su mayoría, doña Elena ha entrado en la basílica, donde también ha sido acogida con entusiasmo por los devotos que abarrotaban el recinto.

Algo más de veinte minutos ha permanecido en su interior, tiempo en el que los facultativos se han llevado en una ambulancia al enfermo, que ya se encontraba bien cuando la hija mayor de los Reyes ha salido de la iglesia.

El padre Benjamín Echeverría, provincial de los Capuchinos en España, la orden que custodia la imagen del Cristo de Medinaceli, ha recibido a la invitada junto a los padres Carlos y Gregorio, quienes la han acompañado dentro del templo para besar los pies a la imagen.

El año pasado fue doña Sofía la que acudió a la basílica de Jesús de Medinaceli para venerar al Cristo, hace dos años también lo hizo la infanta Elena y el anterior fue el Rey quien cumplió con la tradición.

MILES DE FIELES

Esta costumbre, que se repite los primeros viernes de marzo de cada año, congrega a miles de devotos católicos en la basílica madrileña de Jesús de Medinaceli, sobre todo en sus alrededores, mientras aguardan durante horas para poder hacer su visita.

Cuando ha llegado la infanta, la larguísima cola de fieles se prolongaba hasta la calle de Atocha, bajaba hasta el Paseo del Prado y subía de nuevo por la calle de Cervantes. Algunos de los que ya estaban en el interior han podido estrechar la mano de doña Elena mientras avanzaba por el pasillo central, precedida a distancia por su secretario, Carlos García Revenga.

Ya en la calle, los aplausos y vítores han arreciado por parte de una multitud que, contenida por una larga hilera de vallas metálicas y ante un fuerte dispositivo policial, le mostraba su apoyo a gritos. Antes de despedirse de los frailes capuchinos, la infanta ha sido informada de la recuperación del cofrade que había sufrido el ataque epiléptico.

BOTELLA Y GONZÁLEZ PIDEN TRABAJO PARA LOS MADRILEÑOS

La alcaldesa de la capital, Ana Botella, y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, han pedido este viernes al Cristo de Medinaceli "trabajo" para los madrileños. A la salida del tradicional besapié del Cristo de Medinaceli, González ha explicado que sus deseos han sido que la situación "mejore mucho más deprisa" para que España y Madrid vaya "muchísimo mejor" y los ciudadanos encuentren "salud y empleo".

Por su parte, la alcaldesa ha pedido al Cristo de Medinaceli "trabajo" para los madrileños. Al ser preguntada sobre si pediría algo más, como una candidatura para renovar la Alcaldía de Madrid, la primera edil ha sido tajante al negarlo. "No, esto es mucho más importante, los madrileños tienen muchos problemas y voy a pedir por eso", ha contestado.

Pasadas las 8.30 horas de la mañana llegaba la alcaldesa a la Basílica, rodeada ya por miles de fieles, muchos de ellos llegados en autobuses fletados para la ocasión. Hacían cola para besar los pies del Cristo, una escultura de Jesús el Nazareno de la primera mitad del siglo XVII.

La visita institucional de Botella y González no ha sido la única del día ya que han compartido misa con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.

La imagen venerada fue tallada en la primera mitad del siglo XVII por encargo del Duque de Medinaceli, y la costumbre que cada año lleva al besapiés a un miembro de la Familia Real data de finales de ese siglo, cuando fue recuperada a los musulmanes, en el primer viernes de marzo del año 1682.

La tradición comenzó en el siglo XVII, cuando los monjes capuchinos la llevaron a Marruecos para el culto de los soldados de la Mámora, entonces conquistada por el imperio español. La imagen cayó en manos del sultán en sucesivas batallas y, en 1674, tuvo que ser rescatada por los monjes Trinitarios, (congregación que se dedicaba a rescatar a prisioneros españoles, el más famoso de los cuales fue Miguel de Cervantes).

Se trasladó a la capital, y se instaló en un templo costeado con fondos aportados por los duques de Medinaceli. Desde su llegada a Madrid, el Cristo de Medinaceli ha sido muy venerado por los madrileños.