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La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha reafirmado hoy el compromiso de la ciudad de mantener viva la memoria del holocausto, en un acto de homenaje a los seis millones de judíos exterminados por los nazis que se ha celebrado ante el monumento que les recuerda en el parque Juan Carlos I.

Ante unos 300 representantes de la comunidad judía de Madrid y de organizaciones judías e israelitas, Botella ha defendido la necesidad de "tener siempre presente el alto precio que podemos pagar si los que desprecian el valor de la vida humana imponen sus criminales dictados a nuestras sociedades".

La alcaldesa ha renovado el compromiso de la ciudad de "mantener viva la llama de la esperanza en un futuro de la humanidad basado en los principios de dignidad y justicia, y que anteponga el valor sagrado de la vida humana a cualquier otra condición".

"Sólo así, desde un fundamento tan sólido como el respeto a la vida y la dignidad el otro, podremos construir un mundo mejor", ha dicho.

Durante la ceremonia, el superviviente Joseph Bohrer ha colocado una corona de laurel frente al monumento que recuerda el holocausto, acompañado de Botella y del embajador de Israel, Alon Bar.

La alcaldesa ha destacado que ese monumento, que se alza desde 2007 junto al jardín de las Tres Culturas, fue el primero dedicado en España a los seis millones de judíos víctimas de la shoá y que se erigió por acuerdo unánime de todos los grupos políticos del Ayuntamiento.

Ha señalado que ese monumento es un "faro que ilumina la esperanza en una Europa que nunca más reniegue de sus principios y valores y nunca más destruya los fundamentos de su propia identidad".

Ha recordado que también por unanimidad Madrid cuenta desde el pasado octubre con una calle dedicada al diplomático español Ángel Sanz-Brinz, que salvó a miles de judíos en Hungría, y ha subrayado que antes de este verano se instalará en el Centro Sefarat Israel un monumento dedicado a otros diplomáticos españoles que también "trataron de salvar del martirio del holocausto a muchas personas".

Al acto han acudido los embajadores de Estados Unidos y Canadá, representantes de las embajadas de Alemania, Austria y Polonia, y supervivientes del holocausto, en nombre de los cuales ha ofrecido su testimonio la traductora Rhoda Henelde.

El presidente de la Comunidad Judía de Madrid, David Hatchwell, ha aprovechado su intervención para pedir a los suyos que sean "solidarios" con los madrileños que sufren la crisis desde hace ya cinco años, mientras que el presidente de la Federación de Comunidades Judías de España, Isaac Querub, ha sostenido que el pueblo judío "no juega al victimismo" por mantener viva la memoria de un hecho que marcó a la humanidad.

SESENTA AÑOS DESPUÉS

Casi setenta años después del Holocausto, que Israel conmemora el lunes, la población judía en el mundo sigue muy por debajo de su cifra en 1938 y sólo ha conseguido crecer en Israel, donde acaba de superar la simbólica cifra de 6 millones.

En vísperas de una nueva conmemoración del genocidio nazi, la población judía asciende a unos 13,8 millones, dijo a Efe el demógrafo Sergio della Pergola, investigador de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

"Antes de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) éramos 16,5 millones, y después nos quedamos en 11 millones", explica a Efe al hacer balance de la situación del judaísmo en el mundo.

Los entre 5,5 y 6 millones de diferencia son los que perecieron como consecuencia de las políticas nazis implantadas de 1935 a 1945, y en su gran mayoría murieron a partir de la aplicación de la "Solución final" en 1941, que incluía la deportación masiva de judíos a campos de exterminio.

El Estado de Israel, fundado sólo tres años después de finalizar la conflagración mundial, recordará a estas víctimas en una jornada de duelo que comenzará el domingo por la noche con una ceremonia en el Museo del Holocausto de Jerusalén (Yad Vashem), en la que se encenderá una antorcha por cada millón desaparecido.

Al día siguiente, el ulular de una sirena se escuchará en todo el país y paralizará la actividad de los israelíes durante un minuto, uno de los momentos de mayor solemnidad del calendario local.

Della Pergola, de origen italiano, destaca que el pobre crecimiento demográfico judío en los casi setenta años transcurridos desde el Holocausto contrasta fuertemente con el de la población mundial, que se ha duplicado y hasta triplicado en algunas regiones.

En ese sentido, los judíos representan hoy alrededor de un 0,002 por ciento de la población mundial, tres veces menos proporcionalmente que en 1945.

Este bajo crecimiento se debe, según el académico, a que en las comunidades fuera de Israel hay un envejecimiento muy fuerte causado por los bajos índices de natalidad, producto de las normas y costumbres de las sociedades en las que viven.

Así, mientras entre los judíos de Israel el índice de natalidad asciende a casi 3 hijos por mujer, en la diáspora judía ese dato supera ligeramente el 1,5 o es de un 2 en el mejor de los casos.

Un segundo factor decisivo es el de la asimilación, la pérdida de la identidad judía de una generación a la siguiente en un proceso que suele comenzar con los matrimonios mixtos, aunque no exclusivamente.

"Es una paradoja, por un lado el antisemitismo es un mal que crea un mecanismo de defensa colectivo, y por otro, la emancipación arrastra el precio de la asimilación", apunta Della Pergola al instar a políticas sociales y educativas más efectivas dentro de las comunidades judías.

Políticas, explica, que "permitan a los judíos vivir plenamente emancipados sin perder su identidad".

Según los estudios realizados en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el 96 % de los judíos en el extranjero se concentran en sólo diez países, todos ellos democráticos y por tanto en los que están plenamente emancipados.

Este hecho, sumado al bajo crecimiento vegetativo y a la emigración al Estado de Israel, ha hecho descender progresivamente desde 1970 el número de judíos que viven en la diáspora.

En la ultima década este Estado recibe anualmente a entre 15.000 y 20.000 inmigrantes judíos, pero en la de los noventa superaba los 100.000 gracias a la masiva emigración desde la extinta Unión Soviética.

Un reciente estudio de la Oficina Central de Estadísticas constata que Israel desplazó este año a Estados Unidos como primer "hogar" del pueblo judío, y superó la simbólica barrera de los seis millones grabada a sangre y fuego desde el Holocausto.