Un gato callejero descansa sobre una moto aparcada en la calle. | EUROPA PRESS
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Los gatos, animales bellos e increíbles en su agilidad, representan varios problemas en algunos casos como veremos más adelante. En España se abandonan al año unos 120.000 gatos y se calcula que en Madrid hay unas 1.600 colonias felinas, aunque se estima que pueden ser el doble.

En primer término, en la localidad de Aldea del Fresno, en la Sierra Oeste de Madrid, centenares de estos animales se cobran a diario la vida de pequeñas aves, reptiles e incluso mamíferos. Recordemos que estamos en pleno periodo de cría de muchas especies por lo que el problema es en estos días mayor.

Es lo que comenta a Telemadrid.es el naturalista Ángel Febrero, afincado en Aldea del Fresno. Según él no tiene sentido fomentar "con dinero público" colonias de gatos domésticos callejeros y menos en localidades como esta, con una gran biodiversidad y atravesada por una ZEPA una Zona de Especial Protección para las Aves.

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Febrero afirma que hay censados más de 400 gatos domésticos sueltos en Aldea, cantidad que en su opinión puede ser mayor. Hemos tratado de recabar esta información del Ayuntamiento así cómo otros datos sobre el mantenimiento de las colonias felinas, pero por el momento no ha habido respuesta.

El impacto de los felinos callejeros se estima, según cálculos del naturalista, en unos 250.000 pequeños animales muertos en un año en el municipio. A razón de una media de una presa diaria por gato y día. "Es de sentido común el prohibir las colonias en estas zonas de especial interés para la naturaleza", asevera Ángel Febrero que no duda en calificar de "atentado ecológico silencioso" los estragos que causan los gatos en las poblaciones de la Sierra Oeste.

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El cuidado de las colonias callejeras, su gestión, es un tema que el naturalista considera delicado. Algunas personas, de buena fe, asumen este trabajo sin ser conscientes de la repercusión que puede tener tanto para la biodiversidad como para la salud pública.

Y aquí entra la segunda cuestión. La alimentación de los gatos se convierte también en un foco de atracción para otros animales, en especial vectores de enfermedades, como ratas. Roedores que llegan a competir por el pienso con los propios felinos y que además de transmitir enfermedades son portadores de otros vectores como pulgas.

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La tercera cuestión son la zoonosis, la enfermedades que puede transmitir los gatos a las personas. Por ejemplo, la toxoplasmosis. Una infección muy extendida pero de especial gravedad para las mujeres en el caso de ser gestantes.

La toxoplasmosis se contrae por el consumo de carne cruda o por el contacto con las heces de los gatos, tanto por contacto directo con las heces como en la arena que suele utilizarse en los recipientes para estos animales.

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Una solución complicada

La solución al problema de los gatos ferales, reconoce Ángel Febrero, no es sencilla. Los programas CES (captura, esterilización y suelta) consiguen en parte controlar el número de ejemplares pero no eliminan los ataques a otras especies vulnerables.

Por otro lado, la captura y retirada de los gatos a centros de acogida o la adopción animal tiene sus límites. Una iniciativa que se señala es ampliar la responsabilidad de los dueños de los gatos ante los daños que puedan ocasionar por dejarlos sueltos, algo que en la actual ley regional se limita a la identificación y la obligación de esterilizar al animal si tiene acceso al exterior de la vivienda.