Centenares de madrileños acuden a la Pradera de San Isidro para celebrar la festividad de su patrón
Familias enteras se han reunido para comer en la famosa pradera y beber el agua que sale del caño de la ermita
Centenares de madrileños se han dado cita este martes en la Pradera de San Isidro para celebrar la festividad del patrón de la capital y lo han hecho reuniéndose para comer en la famosa pradera y beber el agua que sale del caño de la ermita, como manda la tradición.
Desde primera hora de la mañana se han formado colas de madrileños y turistas que aguardaban su turno para entrar en la ermita, como es el caso de Jacinta y Reyes, dos hermanas extremeñas. En declaraciones han explicado que están viviendo el día con mucha ilusión y calor, debido a las altas temperaturas.
Lo que más les gusta de la tradicional fiesta es, precisamente, la visita a la Iglesia y degustar las 'roscas tontas', un dulce típico de San Isidro. Paola y Pedro son una pareja joven, que fieles a la tradición, se han vestido con los trajes típicos para pasear por la Pradera; según han explicado, les esperaba una dura jornada por delante.
"Venimos al agua, damos una vuelta por la Pradera y nos vamos a comer pero se nos alarga el día disfrutando. Llevamos esperando el día todo el año para poder compartirlo con nuestros padres y la peña", ha indicado Paola, quien ha precisado que, aunque hay muchos madrileños que se visten para festejar el día, deberían hacerlo mucho más.
ROSQUILLAS Y BARQUILLOS
La festividad de San Isidro y su celebración gira en torno a la asociación que hay entre el agua y el patrón. Es costumbre beber del "agua del santo" que brota en un manantial cercano a la Ermita. Costumbre que se mezcla con la de merendar en las praderas de San Isidro si el tiempo lo permite.
Los manjares propios de estas fechas son las rosquillas y los barquillos. En el lugar, se encontraban vendedores de estos dulces, como es el caso de la familia Cañas, que durante cinco generaciones ha estado vendiendo barquillos en fechas señaladas como la de hoy.
"Luchamos por nuestro anfitrión y la Paloma. Llevamos cinco generaciones, mis abuelos, mis padres y mis nietos. La venta va tirando", ha explicado por su parte, Vicente Cañas, quien ha indicado que la afluencia de público es grande, si bien a medida que entra la tarde la gente se va animando más.
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