La organización medioambiental madrileña GREFA desarrolla un proyecto que trata de consolidar poblaciones de rapaces para combatir la proliferación de topillos y limitar los daños que ocasionan a veces en la agricultura.
La colocación de cajas nido en lugares estratégicos o que sufran los efectos de estos roedores sirve para atraer y fijar la población de rapaces, nocturnas o diurnas, que se encargan de cazarlos.
El control biológico del topillo campesino, que así se llama la iniciativa, tiene un doble beneficio. Por un lado el uso de depredadores naturales, que hace innecesario el uso de venenos que acaban acumulados en el medio ambiente y afectando también a la salud humana.
Por otro, el control sobre las rapaces (cernícalos, mochuelos, lechuzas y otras) con toma de muestras de su sangre y el seguimiento de sus poblaciones permite analizar la presencia de tóxicos en el medioambiente.
El proyecto de control de GREFA se ha extendido ya a varias comarcas de Castilla y León.