Cosas que (quizá) no sabías del Cementerio de La Almudena
Es el camposanto más grande de toda Europa Occidental
Ha acogido los cuerpos de más de cinco millones de personas
Es el principal cementerio de Madrid y recibe su nombre de la patrona de la ciudad. El Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena ha sido, a lo largo de su historia, el lugar de reposo de más de cinco millones de personas, más de las que ahora mismo viven en la ciudad de los vivos, a su lado.
Es el más grande, no sólo de España, también de toda Europa Occidental. Se extiende por 120 hectáreas y tiene tres zonas de enterramientos: el Cementerio Civil, el Cementerio Hebreo, y el Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, donde se encuentra también el Jardín del Recuerdo.
Es tan grande que una línea de autobús de la EMT, la 110, tiene un recorrido con varias paradas en su interior. No hay muchos cementerios así.
Este cementerio es un auténtico museo al aire libre, con sepulturas de gran valor artístico e histórico. Testimonio de la historia de Madrid y las personas que le dieron vida. Dentro de su recinto hay, incluso, un museo de carruajes fúnebres, de gran valor, aunque, de momento, no está abierto al público.
Su construcción empezó en 1884 y ese mismo año, cuando aún no estaba terminado, acogió su primer inquilino, el cuerpo del pequeño de 14 meses Pedro Regalado, muerto en la epidemia de cólera que azotó a Madrid en esa época.
Como no estaban terminadas las obras, para acoger a las víctimas de la epidemia de cólera se construyó un recinto provisional que se llamó ‘cementerio de epidemias’ y posteriormente recibió el nombre de ‘Cementerio de Nuestra Señora de La Almudena’, nombre que, por extensión, pasó posteriormente a todo el conjunto.
El niño fue el primer cuerpo enterrado en sagrado. La primera persona que se enterró en el cementerio civil fue Maravillas Leal González. Murió con sólo 20 años, como reza su epitafio, el 9 de septiembre de 1884.
Maravillas era protestante y no podía ser enterrada en el lado católico. Hubo que abrir para ella el cementerio civil unos días antes de su inauguración que estaba prevista para el 13 de septiembre. El Ayuntamiento decidió, por ser la primera, darle sepultura perpetua y gratuita.
El ángel de la muerte
Como corresponde a todo cementerio, el de La Almudena tiene también sus leyendas, y misterios. Sobre el tejado de la capilla del cementerio, proyectada en 1905 por Francisco García Nava, la estatua de un ángel sentado parece observar y vigilar todo el recinto.
Se llama Fausto y sostiene sobre sus rodillas una trompeta. Cuenta la leyenda que de vez en cuando el ángel toca la trompeta y que la muerte acecha a aquel que escucha el sonido.
Fallecidos ilustres
El cementerio de La Almudena acoge una gran cantidad de ilustres fallecidos de todas las áreas y campos que duermen en su recinto el sueño de los justos.
Grandes escritores como Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Pío Baroja, Rafael Sánchez Ferlosio, Benito Pérez Galdós o Francisco Umbral.
Famosos actores que siguen en la memoria de varia generaciones como Alfredo Mayo, José Bódalo, Ángel de Andrés, Julia Caba Alba, Mari Carmen Prendes, Elías Querejeta, Encarna Paso, Lina Morgan, José Sazatornil, ‘Saza’, Fernando Rey, Irene Gutiérrez Caba, y muchos más.
Cantantes como Lola Flores y su hijo Antonio Flores que siguió a su madre a la tumba con apenas quinde días de diferencia. La reina del cuplé, Olga Ramos, también descansa en La Almudena y grandes de la copla como Estrellita Castro y Marujita Díaz. Y el emblemático líder de ‘Los Secretos ’Enrique Urquijo’, muerto con 39 años en 1999.
Santiago Ramón y Cajal también descansa en La Almudena. Y políticos como Enrique Tierno Galván, Laureano López Rodó, José María Gil-Roble o, el presidente de la segunda República Niceto Alcalá-Zamora
También toreros como Salvador Sánchez, ‘Frascuelo’ y José Cubero, ‘El Yiyo’, muerto con 21 años en la plaza de Toros de Colmenar Viejo, y personalidades del fútbol como el presidente más peculiar que ha tenido el Atlético de Madrid, Jesús Gil y Gil o Alfredo Di Stéfano.
Cremaciones
El cementerio de La Almudena fue el primero de España en tener un crematorio, Se inauguró en 1973 y en un principio la mayoría de los que lo utilizaban eran extranjeros que fallecían en la ciudad. El coste era de 500 pesetas, a lo que había que añadir el valor de la urna (entre 300 y 1.000 ptas.)
En 1981 solo se incineró al 1,5% de los fallecidos en Madrid, pero la opción ha ganado adeptos con el tiempo y en 2019 las incineraciones alcanzaron un 70%.
El cementerio cuenta también con monumentos conmemorativos, como el monumento a los fallecidos en el Teatro Novedades en 1928, el monumento a 'las Trece Rosas', el de los Caídos de la División Azul y los monumentos a los héroes de Cuba y de Filipinas.
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