Cuando Madrid transformó la violeta en un caramelo | WIKIPEDIA
(Actualizado

La pequeña y dulce violeta que crece en la sierra madrileña ha disputado desde hace años al clavel de los chulapos el título de flor oficial de Madrid. Muchos son los méritos del clavel y mucho se luce en las fiestas más castizas de la ciudad pero sólo la violeta ha dado origen a una profesión (las violeteras) y a un caramelo.

Ya no quedan violeteras, aquellas mujeres que vendían flores a las puertas de los teatros. Aquellas que inmortalizó José Padilla en el famoso cuplé que compuso en 1914 mientras se encontraba en París dirigiendo la orquesta del casino y que una década más tarde se tradujo al inglés (“Who’ll buy my violets”) y se incluyó en el musical de Broadway, ‘Little Miss Bluebeard’. Y que Chaplin incluyó en ‘Luces de la ciudad’ sin derechos, lo que le costó una denuncia de Padilla (que ganó éste).

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Violeteras ya no quedan, pero cada año, puntualmente en febrero, las violetas empiezan a asomar anunciando el final del invierno y llenado de color la sierra de Madrid. Son, y lo han sido siempre, tan habituales del paisaje madrileño que a alguien, no se sabe muy bien a quién, se le ocurrió recoger en un caramelo el dulce aroma de estas hermosas flores.

No conocemos muy bien cómo empezó todo pero hay dos nombres emblemáticos en la historia del caramelo más típico de Madrid: La Pajarita y La Violeta.

La Pajarita

Es la bombonería más antigua de Madrid, abrió en 1852 | LA PAJARITA

La Pajarita es la bombonería más antigua de Madrid. Vicente Hijós y Palacio comenzó a vender dulces en 1852 y su tienda de la Puerta del Sol pronto se convirtió en emblema del Madrid más castizo. Al principio no tenía el nombre con el que ahora es reconocida en toda la región y mucho más allá. La idea vino de la popular figura de papiroflexia que los clientes se acostumbraron a hacer con las servilletas de papel del establecimiento. Hay quien afirma que fue el propio Miguel de Unamuno, asiduo de ‘La Pajarita’ en su momento, quien aportó la idea.

La tienda servía una amplia gama de chocolates, cafés y tés pero pronto destacó por sus caramelos. En aquella época tenían 12 sabores entre los que destacaban dos: el de sabor a rosa y el de sabor a violeta. Vicente creó para ellos un molde específico con el que les dio la forma de la flor de la que cogían su esencia.

Caramelos de violeta | Telemadrid

A los madrileños les encantaron aquellas pequeñas flores de caramelo, sobre todo las 'violetas' que poco a poco destacaron sobre las 'rosas' y se convirtieron en todo un símbolo de la ciudad. Y La Pajarita en la dulcería más famosa.

Su popularidad llegó a ser tal que en 1900 se compuso una zarzuela con su nombre. ‘La Pajarita’, de Francisco Flores García, tenía como protagonista una joven tan melosa que los demás decidieron ponerle por mote el nombre de la tienda más dulce de Madrid.

En 1969 se abrió una segunda tienda en la calle Villanueva, 14 y en 1991 tuvo que cerrar la de la Puerta del Sol. Hoy en día mantienen varios establecimientos en el centro de Madrid, así como en la región, y continúan vendiendo las pequeñas rosas y las pequeñas violetas. Además de otros muchos dulces, entre ellos una ‘pajarita’ de chocolate.

La Violeta

Abrió sus puertas en 1915 | LA VIOLETA

Existe otro nombre emblemático en la historia de los caramelos que mejor representan a Madrid. En la Plaza de Canalejas, abrió sus puertas en 1915 (y allí continúa hoy) la dulcería ‘La Violeta’, donde el mismísimo Alfonso XIII compraba caramelos de violeta para su mujer y, según cuentan las malas lenguas, también para su amante.

Apenas abrió sus puertas, el establecimiento tuvo gran éxito y pronto formó parte de la esencia más castiza de Madrid. Lo más granado de entre las ‘celebrities’ de la época compraban allí caramelos y dulces. El Premio Nobel Jacinto Benavente, sin ir más lejos, solía pasar con asiduidad para comprar una cajita de 100 gramos.

Las violetas: caramelos con sabor a tradición castiza

La fama traspasó fronteras y Violeta Chamorro, presidenta de Nicaragua y primera mujer en ostentar tal cargo en América Latina, se aficionó tanto a los caramelos que llevan su nombre, tras probarlas en Madrid, que continuó realizando pedidos tras marcharse, desde su país.

Hoy en día continúan vendiendo violetas envueltas en sus famosas cajas de cartón con los diseños originales y su cinta color violeta y se mantiene la receta original creada por Mariano Gil Temiño. Son ya varias las generaciones que se han sucedido al frente de un negocio que no cerró ni durante la Guerra Civil.

Los caramelos de violeta... franceses

Violetas francesas | DOMINIO PÚBLICO

Madrid no es la única ciudad donde se pueden comprar caramelos de violeta. También se venden en Toulouse, que ha convertido la flor y su color en símbolo de la ciudad.

Pero esta cuidad francesa no tenía flores de violeta antes de 1854 y si las tuvo a partir de ese momento fue por una historia de amor protagonizada por un soldado piamontés y una joven de la ciudad. En una de las visitas a su amada, el soldado llevó como obsequio un ramillete de violetas. De alguna manera una cosa llevó a la otra y la violeta comenzó a cultivarse en la ciudad.

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Y conquistó el corazón de los franceses. Como había conquistado el de los madrileños.

Actualmente en Toulouse, conocida también como la ‘ciudad rosa’ por su colorido, se pueden comprar y degustar numerosos dulces y postres realizados con esencia de violetas. Y entre ellos, también caramelos con forma de violeta, parecidos a los de Madrid.

Eso sí, en 1854 ya hacía tiempo que los madrileños habían descubierto y convertido en emblema, el dulce sabor de los caramelos de violeta.