Placa en recuerdo de la estancia de Napoleón Bonaparte en Madrid en 1808 | ARCHIVO
(Actualizado

La invasión francesa de España tuvo sin duda en los hechos de Madrid, con permiso de Móstoles, el altavoz que convocó a casi todos los patriotas contra el ejército gabacho.

Para acabar de encender los ánimos el mismísimo emperador Napoleón Bonaparte decidió permanecer en la capital para comprobar la evolución de su campaña.

El pequeño corso, al frente de más de 100.000 soldados, llegó a Madrid y decidió instalarse en un palacete de Chamartín propiedad de los Duques de Pastrana durante algo menos de un mes.

Un trozo de Polonia en la Sierra de Madrid

Napoleón llegaba a la capital tras la Batalla de Somosierra en la que, de no ser por la carga suicida de la caballería polaca, hubiese perdido ante las tropas de Castilla la Nueva mandadas por Benito de San Juan.

Asentado en la ciudad, Bonaparte trató de poner 'su' orden en Madrid y de paso firmó el decreto que abolía la Inquisición. Hecho esto, dejó a su hermano José como regente y partió hacia el norte a seguir guerreando.

Sainz de Baranda, el primer alcalde de Madrid con su calle y su metro

Y otra vez la Sierra de Madrid se la jugó porque en el Puerto del León se topó con otro feroz enemigo: el invierno del Guadarrama. El frío y la ventisca diezmaron un 22 de diciembre a las tropas francesas. El propio emperador tuvo que ser ayudado para alcanzar el paso de montaña. Fue toda una experiencia a modo de adelanto de lo que se encontraría en su avance por Rusia.

De esta estancia del emperador en Madrid da cuenta Benito Pérez-Galdós en el capítulo de los 'Episodios Nacionales' titulado 'Napoleón en Chamartín'.