Los investigadores que buscan los restos de Miguel de Cervantes en la iglesia de las Trinitarias de Madrid han localizado cinco puntos donde pudo ser enterrado, entre ellos la cripta de la iglesia, por donde comenzarán las labores de rastreo al tratarse del lugar de más fácil acceso.
El estudio de la estructura y el subsuelo de la iglesia donde fue enterrado Miguel de Cervantes en 1616 se ha presentado hoy en una multitudinaria rueda de prensa celebrada en el Palacio de Cibeles y en la que el georradarista Luis Avial, el historiador Fernando de Prado y el forense Francisco Etxeberría han reafirmado la viabilidad de seguir con el proyecto.
Además de la cripta -"de un tamaño mucho mayor de lo que se esperaba", según ha apuntado Etxeberría-, se han detectado otras cuatro zonas en la iglesia con restos óseos, pero los investigadores han previsto comenzar por él por ser, de todos los puntos, donde resultaría más sencillo realizar el análisis.
En la fosa se han detectado una treintena de nichos, pero, en el caso de que en ninguno de ellos repose Cervantes, se iniciaría otra fase que incluiría excavaciones en la nave de la iglesia, donde se han detectado enterramientos dobles, un detalle que según ha dicho Fernando de Prado es significativo porque la esposa del escritor, Catalina de Salazar, también fue soterrada en esa iglesia. "
Tocar el subsuelo de la iglesia es más complejo, vamos a empezar por la cripta", ha explicado en la rueda de prensa el forense.
"UN PROYECTO SERIO"
Para poder realizar estas intervenciones con la que comenzaría la segunda fase, los investigadores han de redactar "un proyecto serio" y solicitar el permiso pertinente en la Comunidad de Madrid para acceder a la iglesia conventual, protegida como bien de interés cultural (BIC).
La alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha tomado la palabra durante la presentación -a la que ha asistido como público- y ha asegurado que la financiación necesaria para seguir adelante con la segunda fase la garantizaría el Ayuntamiento.
Pero queda otro escollo: las reticencias de las trece monjas de clausura que residen en el convento anejo a la iglesia a que los investigadores intervengan, un conflicto que, ha confiado Etxeberría, se resolverá "mediante el diálogo".
Una vez se obtengan los permisos, un equipo de diez técnicos accederá a la cripta, perforará un muro e inspeccionará los nichos. "Se haría el trabajo ahí mismo, sin sacar los restos ni llevarlos a otro lugar (...). Convertiríamos la cripta en un laboratorio de campo", ha explicado Etxeberría en la rueda de prensa.
Las características de los restos óseos de Cervantes deberían ser, según el forense, los de un "individuo de unos 60 años, con una patología en la mano izquierda que tenía deformada, y con solo seis dientes". Aunque el análisis de ADN sería muy complejo, el profesor no ha descartado hoy llevarlo a cabo más adelante, en una tercera fase, si fuese necesario.
LA TAREA NO HA HECHO MÁS QUE COMENZAR
El proyecto comenzó el pasado 28 de abril con un rastreo mediante infrarrojos y georradar de la iglesia conventual de las Trinitarias de Madrid, ubicada en el barrio de las Letras, que ha dado como resultado el plano tridimensional presentado que fija los cinco puntos donde puede reposar el padre de "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha".
Pese a que los investigadores aspiran a concluir la búsqueda en 2014, el historiador Fernando de Prado ha dicho hoy que el camino "no ha hecho más que empezar".
El equipo mantiene la "ilusión" de hallar a Cervantes casi 400 años después de su muerte -en 1616- en el mismo lugar donde pidió ser enterrado, un deseo que se debió a la gratitud que el escritor tenía hacia la orden Trinitaria, que le rescató de su cautiverio en Argel. Pero esa ilusión, ha recordado Etxeberría, implica también hacer el trabajo "con seriedad", con "paciencia", y sin crear falsas expectativas.
De momento, con el trabajo riguroso del georradarista Luis Avial ha concluido la primera fase de la búsqueda, que "ha confirmado" la información histórica, según ha dicho Fernando de Prado, para quien hoy comienza una segunda fase, quizás más larga, pero también "más interesante que la primera", con la que se pretende resolver la incógnita de dónde reposa el escritor español más universal.