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La Guardia Civil y la Policía Municipal de Madrid, en el marco de la Operación 'Barbacoa', han desmantelado una organización criminal asentada en la Cañada Real Galiana especializada en el robo de vehículos para, posteriormente y tras su desguace, venderlos por piezas. Según ha informado la Guardia Civil en un comunicado, en esta operación se han detenido a 19 personas y se han esclarecido más de 40 delitos relacionados con el robo de vehículos.

La operación, iniciada el pasado mes de julio, tenía su origen en las informaciones recopiladas por los agentes adscritos a la Unidad Central de Investigación de la Policía Municipal de Madrid, quienes pusieron en conocimiento de la Guardia Civil los datos que constataban que se podrían estar llevando a cabo ciertas actividades ilegales con vehículos robados. A partir de este momento, se inició un trabajo conjunto coordinado por el titular del Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid.

QUEMABAN LOS VEHICULOS PARA ELIMINAR HUELLAS

Las primeras averiguaciones constataron que se trataba de un grupo organizado que se dedicaba al robo de vehículos, los cuales eran llevados hasta la zona próxima donde tenían sus viviendas, en la Cañada Real Galiana. Allí, una vez que habían despiezado el automóvil de una forma rápida, le prendían fuego para así borrar todo tipo de huellas y evitar su incriminación en los hechos delictivos, tras extraer todos los objetos que tenían más valor, vendiendo los restos que quedaban como chatarra.

Las vigilancias practicadas sobre los sospechosos les permitieron descubrir que los ahora detenidos estaban distribuidos en dos grupos, cada uno de ellos con su cabeza visible. El primero de ellos era liderado por J.F.P. y E.V.R., mientras que el segundo grupo estaba encabezado por M.E.U. Estos eran los encargados de organizar los golpes que iban a dar y de elegir quienes serían sus acompañantes.

Para lograr sus objetivos adoptaban numerosas medidas de seguridad y por ello utilizaban vehículos lanzadera para eludir la acción policial. Incluso para robar los coches contaban con centralitas específicas para la sustracción, inhibidores de frecuencia y personas de su entorno encargadas de vigilar.

En ocasiones dejaban los vehículos estacionados en calles de la capital madrileña y no los llevaban hasta la Cañada Real hasta que no habían pasado varios días.

Una vez reunidas todas las pruebas posibles, el día 25 de septiembre, y con las correspondientes autorizaciones judiciales, se llevaron a cabo 15 entradas y registros, 12 de ellas en domicilios de la Cañada Real y el resto en las localidades de Chinchón, San Martín de la Vega y la localidad toledana de Seseña.

En estas localidades se han intervenido gran cantidad de motores, medio centenar de centralitas de automóviles, cajas de cambio, inhibidores de frecuencia, herramientas, una motocicleta sustraída, varios coches robados, dinero en efectivo, ropa nueva etiquetada, tres escopetas que figuran como robadas, radiocasetes de vehículos, documentación de vehículos sustraídos, un grupo electrógeno y un maletín con equipo de enfermería.