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La Policía Nacional ha detenido a una persona a la que se le imputa un delito de estafa y falsedad documental. El encartado actuaba en la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz y zonas limítrofes, donde recibía los terminales móviles de alta gama con un precio en el mercado superior a los 1.000 euros para luego revenderlos a terceras personas. El perfil de las identidades suplantadas era variado, llegando incluso a suplantar la identidad de personas fallecidas.

Según informó este martes la Policía Nacional, la investigación se inició a finales de agosto de 2021, cuando se detectó un volumen ingente de entregas de pedidos de terminales de telefonía móvil en Torrejón de Ardoz y sus alrededores que respondían al mismo patrón ilícito.

El detenido materializaba nuevas contrataciones o cambios de portabilidad de líneas telefónicas a nombre de terceras personas a las que les habría suplantado la identidad. No seguía un perfil concreto en la elección de estas identidades, llegando incluso en ocasiones a utilizar la de personas fallecidas.

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Dichas contrataciones llevaban aparejadas en la mayoría de los casos la adquisición de terminales móviles de alta gama, cuyo precio en el mercado superaría los 1.000 euros, y eran obtenidos en modalidad de pago aplazado. Tanto los terminales como las líneas quedaban finalmente impagados al no existir las cuentas bancarias aportadas por el autor.

Además, falsificaba empleando herramientas de edición de imágenes toda la documentación necesaria para formalizar los contratos fraudulentos que le habilitaban para adquirir los terminales, localizándose en los registros falsos Documentos Nacionales de Identidad, extractos de cuentas bancarias y documentos de la Agencia Tributaria.

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Los investigadores pudieron comprobar que el presunto autor era pleno conocedor del funcionamiento de las compañías de teléfono móvil, ya que realizaba las contrataciones a través de canales telemáticos, llamadas telefónicas o Internet e indicaba como direcciones de entrega sitios despoblados o lugares donde era imposible que se entregasen los pedidos, obligando así a los repartidores de los mismos a ponerse en contacto con él para solicitarle un nuevo punto de entrega, llegando en ocasiones a utilizar varias localizaciones para un mismo envío.

A la hora de realizar la entrega de cualquier pedido, el repartidor tendría que comprobar la identidad del destinatario, no realizando dicha entrega en caso de no poder contrastarla. Sin embargo, como esta práctica no es habitual, el detenido recibió paquetes cuyos datos de destinatario se corresponden con 13 identidades distintas.