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La Guardia Civil, en colaboración con la DEA estadounidense y las policías brasileña y francesa, ha detenido a 74 personas y desmantelado una red internacional de tráfico de cocaína, cuyos beneficios blanqueaba el cabecilla de la trama con la compra de gasolineras, fundamentalmente en Brasil.

La delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, y el jefe de Policía Judicial de la Guardia Civil en la comunidad, Javier Rojero, han dado cuenta de esta operación, desarrollada en varias fases desde su inicio a finales de 2010 y que ha supuesto además la incautación de 575 kilos de cocaína.

Además, en la "operación Gallego" se han desmantelado cinco laboratorios para adulterar la droga en Benalmádena (Málaga), Boadilla del Monte (Madrid), Córdoba y los barrios de Las Rosas y Entrevías en la capital, además de incautarse once armas de fuego, casi 600.000 euros en efectivo, así como siete millones de dólares y propiedades valoradas en más de 15 millones de dólares.

UN COLOMBIANO, EL JEFE

Éste, Álex P.G, alias "El turco", un colombiano afincado en Brasil, dirigía la organización con ayuda de dos lugartenientes, uno de ellos su cuñado Henry Alejandro R.G, alias "El negro", quien constantemente viajaba a Panamá, Colombia y Uruguay y que falleció tiroteado por un ajuste de cuentas en el país centroamericano. Su segundo lugarteniente era la española Sonia R.M., casada con un importante cabecilla de la mafia napolitana, en prisión en Italia.

Precisamente, su dominio del italiano le permitía contar con una importante red de clientes en Italia. Este país era el destino final del 60 por ciento de la cocaína que introducía la red en España desde Colombia.

Otro de los miembros relevantes de la organización era el español Antonio R.M., hermano de Sonia, un hombre muy agresivo, según los investigadores, encargado de mantener la disciplina interna de la red y de realizar los cobros, para lo que no dudaba en utilizar la violencia.

La organización estaba dividida en células independientes unas de otras, con capacidad de autogestión, pero que rendían cuentas al cabecilla, al que remitían los beneficios, que éste blanqueaba con la adquisición de estaciones de servicio, sobre todo en Brasil.

Eran mujeres las que, en general, hacían la labor de "mulas" y sacaban el dinero de España en planchas adosadas a sus cuerpos. Alguna de ellas fue interceptada en el aeropuerto madrileño de Barajas con 100.000 euros en efectivo.La cocaína llegaba a puertos españoles en contenedores, bien oculta en grandes piezas de maquinaria industrial o bien con el método del llamado "gancho perdido".

Este método consiste en que la organización "marca" el contenedor que lleva la droga y ya en el puerto un miembro de la banda fuerza el cierre, recoge las mochilas con la cocaína droga y lo vuelve a cerrar con una de las copias de la argolla que han dejado dentro para ello.

ENORMES MEDIDAS DE SEGURIDAD

Según los investigadores, los miembros de la red adoptaban enormes medidas de seguridad, ponían los coches a nombre de terceros, cambiaban habitualmente de domicilios y de laboratorios y circulaban a gran velocidad. Tanto es así, que uno de ellos fue detectado por el radar cinco veces en un solo día.

La cocaína tenía un grado de pureza del 85 por ciento, pero la rebajan hasta un 60 por ciento con su adulteración en los laboratorios. Incluso, en la que mandaban a Italia se rebajaba aún más su pureza.

Tal y como se desprende de las pesquisas, la droga, procedente de Colombia, llegaba en partidas de unos 100 kilos y luego se fraccionaba en lotes de entre 2 y 30 kilos.

De los 74 detenidos -70 hombres y 4 mujeres de nacionalidad española, colombiana, portuguesa, iraní y boliviano y de entre 26 y 59 años-, 57 fueron arrestados en España. La mayoría contaba con antecedentes delictivos.