El Obelisco de la Plaza Castilla, obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava, seguirá sin movimiento. Y así lleva desde hace quince años. Este monumento, una donación de la desaparecida Caja Madrid a la capital, solo funcionó tres meses y empezó a dar problemas ya desde el segundo día de su puesta en marcha.
Dejó de girar y el Ayuntamiento se percató de que el mantenimiento era muy caro. Unos 150.000 euros anuales. Ahora la actual Corporación ha renunciado a arreglarlo porque sigue siendo carísimo y se comería él solo la mitad de todo el presupuesto para el mantenimiento de todos los monumentos de la ciudad.
El Obelisco de la Caja o de Calatrava empezó con mal pie su elevación. Se preveía que superaría los 120 metros pero hubo que rebajarlo hasta poco más de 90 porque el enorme peso hubiera hundido el túnel de Plaza de Castilla.
Se acumularon retrasos en las obras y finalmente se pudo inaugurar en 2009. Pero al poco tiempo dejó de funcionar el sistema que simulaba el giro de las lamas doradas. Los equipos son complejos: mecanismos electrónicos, un software específico, 121 elementos hidráulicos y casi 900 articulaciones.
Durante algún tiempo, de manera esporádica, se activó parcialmente el sistema de falso giro del obelisco, pero este mantenimiento seguía siendo caro y ninguna de las corporaciones municipales ha estimado recuperarlo.
En 2014 el Ayuntamiento de Madrid tasó el obelisco en unos 100.000 euros. El precio de este monumento fue de más de 14 millones de los que el Ayuntamiento acabó poniendo 5, según se supo posteriormente.