El presidente del Consejo General de Veterinaria, Juan José Badiola, asegura que hasta el momento no hay ningún estudio que haya demostrado que el virus del ébola se pueda contagiar de seres humanos a perros, tras conocerse que la enfermera afectada tras atender al religioso Manuel García Viejo tiene un perro que podría ser sacrificado.
De hecho, el marido de la auxiliar de Enfermería, que también se encuentra aislado de forma preventiva, ha denunciado este martes que la Comunidad de Madrid le ha pedido consentimiento para sacrificar a su perro.
Ante esta situación, Badiola ha explicado a Europa Press que el
único estudio que ha notificado la exposición de estos animales al virus se realizó en Africa como consecuencia de un brote en humanos. Tras analizar varias muestras de sangre canina se vio que había un pequeño porcentaje de perros que presentaron "reacciones inmunitarias" pero "ni desarrollaron la enfermedad ni fallecieron".
"El hecho de que un número bajo de perros desarrollaran anticuerpos frente al virus quiere decir que el ébola estuvo en contacto con su sistema inmune, pero el estudio no constató que los humanos fueran el origen de la transmisión", ha reconocido Badiola, que apunta a que estos animales podrían haberse expuesto al virus mediante el contacto con otros animales.
De hecho, este experto ha recordado que por el momento lo único que se ha demostrado es la transmisión a humanos procedente de murciélagos, simios e incluso algún antílope.
En cualquier caso, y ante la posibilidad de que el perro de la enfermera pudiera contraer el virus, Badiola cree que el animal "en ningún caso se le puede dejar por la calle" y al menos debería ser aislado y desinfectado.
"Puede estar contaminado de forma mecánica, lamen la piel, se acercan a la boca (...) habría que observarle y ser lavado para desinfectarlo", según ha explicado, para luego ser analizado durante un tiempo e incluso tomarle muestras para ver si desarrolla anticuerpos como se observó en el estudio africano citado.
Y en el caso de optar por su sacrificio, advierte de que "no se puede hacer sin el consentimiento de su dueño "salvo que la autoridad sanitaria lo estipule como obligatorio". Y una vez muerto, ha añadido Badiola, habría que "envolverlo muy bien con varias bolsas y llevarlo a un crematorio".