La tumba con Excalibur, lápidas sin cruces, sepulturas sin nombre... los 'otros' cementerios de Madrid
Un repaso por los camposantos más curiosos y desconocidos de la Comunidad
Con sus 120 hectáreas el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena es también el mayor camposanto de Europa Occidental. Es el más visitado de Madrid, el más grande, el más conocido de todos los camposantos madrileños, pero en la Comunidad hay más de 260 cementerios, algunos muy curiosos, otros muy desconocidos. Muchos merecen una visita y no sólo para rendir homenaje a los muertos.
Cementerio de los ingleses
En el año 1796 la Embajada Británica en Madrid tenía un problema: los ciudadanos ingleses que residían en la ciudad no podían ser enterrados en los cementerios madrileños ya que no eran católicos. Para solucionarlo compró unas tierras cerca de lo que hoy es la Plaza de Colón, con la intención de establecer allí un lugar de descanso eterno para ellos.
Y surgió otro problema: la ciudad estaba creciendo mucho por ese lado y ‘engulló’ esos terrenos así que los ingleses no obtuvieron permiso para realizar unos enterramientos que habrían quedado en el centro de la ciudad así que, muy prácticos ellos, decidieron instalar allí el Consulado británico a la par que acordaban con el gobierno español un intercambio de tierras para construir su cementerio. La nueva propiedad estaba situada, según las escrituras: “a la derecha de la carretera de Carabanchel, más allá del Puente de San Dámaso”.
Entre unas y otras cosas, el tiempo pasó y era ya el año 1854 cuando el cementerio británico recibió su primer inquilino: los restos de Arthur Thorold. Todo quedó muy británico, hasta la lápida, que tiene grabada la espada Excalibur.
El gobierno español indicó a los británicos que los enterramientos debían hacerse “sin culto, ritual, pompa, ni publicidad”. Quizá por eso solamente tiene este cementerio un panteón monumental: el de los ‘Bauer’ familia de banqueros de origen judío. Y un monumento a la familia Parish, propietaria del Circo Price. Familias ilustres como Loewe, Boetticher o Lhardy, fundador del famoso restaurante, tienen aquí sus tumbas.
En el cementerio británico se pueden encontrar sepulturas de judíos, e incluso una musulmana, porque desde el siglo XX se permite el entierro de personas de otras confesiones. No es muy grande y tiene cerca de mil tumbas que corresponden a personas de 43 nacionalidades diferentes (incluido 30 españoles). Ya queda poco sitio, así que ahora casi no se realizan enterramientos.
El cementerio británico tiene su entrada por el número 7 de la Calle Comandante Fontanes, y, como no podía ser de otra manera, está flanqueado por la calle Inglaterra y la Calle Irlanda
Cementerio hebreo de Madrid
En la Avenida de Daroca, dentro del recinto del Cementerio Civil y enfrente del de Nuestra Señora de la Almudena se encuentra el Cementerio Hebreo de Madrid. Los tres forman la Necrópolis del Este.
En el cementerio hebreo no hay cruces sino estrellas, la estrella de David. Ni flores sobre las tumbas sino piedras. Y la menorá, el candelabro de siete brazos. Los judíos dejan piedras sobre las lápidas como tributo a sus muertos porque no se marchitan, como las flores.
Se construyó en 1922, y lo estrenó un judío de Gibraltar llamado Alrich. Ocupa una hectárea. Tiene una única calle, con tumbas a los dos lados, y un lavatorio, edificio donde los judíos pueden cumplir con su costumbre de lavar el cuerpo de los fallecidos para purificar su alma
Hay una puerta de acceso desde el Cementerio Civil. La puerta principal sólo se abre para realizar los enterramientos. Los sábados está cerrado para respetar el shabat.
El cementerio judío de Madrid no es el único de la región. En Hoyo de Manzanares existe otro donde hay enterrados unos 350 judíos. Compró el terreno la comunidad judía porque el de Madrid está en arrendamiento. Querían tener una tierra de su propiedad para dar a sus muertos un lugar donde reposar durante toda la eternidad.
Según la tradición judía el cuerpo del difunto debe descansar directamente en la tierra pero en este cementerio se usa ataúd para respetar la legislación española.
Cementerio musulmán de Griñón
Otro cementerio donde hay pocas cruces es el cementerio musulmán de Griñón. Se encuentra anexo al cementerio municipal y nació por la necesidad de dar sepultura a los ciudadanos de esta confesión. Aquí se entierran los cuerpos de acuerdo al rito musulmán mirando a la Meca y envueltos en un paño blanco.
Desde que pasó a manos del Ayuntamiento, en octubre de 2015, los enterramientos se realizan según la legislación española, no se entierran en contacto con la tierra sino dentro de un féretro. Acoge también enterramientos de las provincias cercanas a Madrid
Cementerio de la Florida
A pesar de estar en el centro del Madrid, en el Cementerio de La Florida la ciudad parece estar muy lejos. Un lugar pequeño y tranquilo donde se respira en paz. Se encuentra en la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, cerca de la ermita de San Antonio de la Florida. Originalmente estaba dedicado al enterramiento de los empleados del Palacio Real pero terminó acogiendo otros restos: los de los héroes del 2 de mayo fusilados al día siguiente por los soldados franceses de Murat, en la montaña del Príncipe Pío
No hay nichos en este cementerio pero sí una cripta que custodia los restos de 43 víctimas de los franceses, enterradas primero en una fosa común y acomodadas, más tarde, en dos cajones de plomo y cinc. Dos hileras de cipreses conducen a ella y una reproducción en azulejos del famoso cuadro de Goya, dedicado a los fusilamientos del 3 de mayo, recuerda quiénes son los muertos.
Las puertas del cementerio sólo se abren el Día de la Comunidad de Madrid, el 2 de mayo, para acoger la tradicional ofrenda floral a los héroes, pero se puede visitar previa petición a la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, que se encarga de su mantenimiento.
La tumba de Bécquer
La sacramental de San Lorenzo y San José se encuentra en Carabanchel. Guarda restos famosos pero ninguno tanto como los de Gustavo Adolfo Bécquer. Ya no se pueden visitar, fueron trasladados en 1913 a Sevilla, pero desde su muerte en 1870 el más grande de nuestros poetas románticos descansó en un cementerio que bien podría haber sido el escenario de una de sus misteriosas leyendas.
El camposanto guarda otros restos conocidos y sepulcros que vale la pena visitar, como la tumba que alberga al matrimonio de actores Julián Romea y Matilde Díez, custodiada por cuatro ángeles y declarada Bien de Interés Cultural de la Villa de Madrid.
Cementerio de San Isidro, madrileños en el Titanic
Construido en el 1811, es el cementerio más antiguo de Madrid. Durante el siglo XIX se enterraba aquí a la nobleza madrileña lo que dejó una herencia de panteones y monumentos funerarios de gran interés histórico y artístico. Está considerado uno de los cementerios más bonitos de Europa.
Son innumerables los nombres históricos que descansan en este cementerio, personajes célebres de todas las áreas. El más reciente, el de Concha Márquez Piquer que acompaña en el descanso eterno a su madre Concha Piquer.
Y una superviviente del Titanic: María Josefa de la Cruz Pérez de Soto y Calleja, que viajaba junto a su marido, Víctor. Su madre les había advertido de un mal presentimiento así que encargaron a un mayordomo que enviara postales desde tierra para hacerle creer que no habían embarcado. Víctor ya no regresó, se hundió en el océano con el transatlántico pero Josefa sobrevivió y encargó un panteón para su esposo en este cementerio. Años más tarde lo ocuparía ella.
Cementerio de Aranjuez
El 1845 se construyó en esta población un cementerio que pronto necesitó reformas en un municipio que estaba en pleno crecimiento. En 1860 se inaugura el cementerio municipal de 'Santa Isabel' que acoge los restos exhumados del antiguo camposanto.
Los que gustan de ver ángeles 'de cementerio' y clásicas esculturas funerarias rodeadas de pesadas tumbas de granito y mármol disfrutarán con un paseo por este camposanto, mucho más tranquilo que el de la Almudena.
Cementerio antiguo de Las Rozas
Seguramente es el cementerio menos tranquilo de toda la región. Quizá los fallecidos puedan continuar su sueño eterno ajenos al ruido, pero la peculiaridad de este camposanto es que está situado en una especie de isla en mitad de la autovía de La Coruña. Los coches pasan a toda velocidad junto a sus tapias por los carriles de la A-6. Un lugar insólito para un cementerio.
Para llegar al recinto hay que seguir una carretera que pasa debajo de la autovía. Hay algo menos de 300 tumbas y ya apenas se usa, desde que se construyó el nuevo cementerio en 1970. Cuenta la leyenda que en este cementerio hay una lápida sin nombre que corresponde a una amante de Franco.
Cementerio de Cabanillas de la Sierra
El cementerio de Cabanillas de la Sierra es pequeño, como corresponde a una población que no llega a 800 habitantes, y está situado junto a la Iglesia de San Juan, Bautista.
Lo que le hace especial es la vegetación que rodea las sepulturas y le dan un aspecto salvaje, opuesto por completo a los grandes cementerios llenos de mármoles de todos los colores, granitos, grandes grupos escultóricos, ángeles y enorme cruces. Este cementerio es modesto, sobrio, pero te puede ofrecer un paseo mucho más tranquilo y relajado, en plena naturaleza.
Cementerio de Estremera
Está situado a los pies de un cerro lo que le da una configuración peculiar. La zona más bonita es la que corresponde al antiguo cementerio parroquial, por donde podemos dar un tranquilo paseo en mitad de un laberinto de sepulturas moldeadas por el tiempo. La más antigua es del año 1865. En el reciento se encuentra la ermita-cripta del Santo Sepulcro y se construyó entre los siglos XVI y XVII. Los planos se deben al mismísimo Juan de Herrera.
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