Guadalix, Aranjuez y otros lugares donde algunas cosas tienen otro nombre
Expresiones propias y otras derivadas de los usos y costumbres. Un patrimonio inmaterial en peligro en algunas localidades madrileñas
Amorcar, butagueña, zolocho, esparaván, chamondar, escriño o bunibo son palabras que merecen no perderse
La lengua castellana, es rica y lo es aún más cuando se incorporan voces populares. Expresiones ancestrales que, aunque en desuso o poco conocidas, forman parte de un patrimonio inmaterial que se pierde cuando desaparecen quienes las usan y con ellos la memoria de esas palabras.
Sirvan estas líneas para recordar algunas de ellas que ya no se usan o están a punto de desaparecer en Aranjuez, Guadalix de la Sierra o en localidades de la Sierra Norte de Madrid.
En Guadalix encontramos algunos ejemplos. Amorcar hace referencia a la cogida de una res a una persona. Añugarse es atragantarse y una butagueña es el embutido que se usa sobre todo para los cocidos.
Si en este pueblo te dicen que estás corato, vístete. Porque estás desnudo. Y si estás corato puede que te de un esparaván, o sea, lo que viene siendo un escalofrío. Y si te llaman zolocho es que te tienen por una persona poco lista.
En la Sierra Norte de Madrid encontramos términos como la chamonda, un montón de ramas y hojarasca fruto de chamondar el monte, o sea podar y limpiar el arbolado.
Muchas palabras tienen relación son los usos y tareas del campo. Por ejemplo la samosta es un nudo, una lazada empleada por los serranos.
Un momento clave en la vida de los meleros era la enjambre, aguardando que se aparve en un matocho para ir a recogerlo con un escriño.
Traducción: quienes se dedicaban al pastoreo de las abejas y la producción de miel esperaban la partida de un enjambre y cuando se juntaba en un arbusto acudían con un recipiente y lo recogían para llevarlo y hacer una nueva colmena.
En las las fiestas de Puebla de la Sierra era habitual el tripoteo, una forma de bailar o de correr atropelladamente.
Y en Aranjuez unas pocas palabras aún permanecen incluso en rótulos comerciales. En esta localidad ribereña la berola es la cabeza y un berolo es una piedra.
Un gango es un merendero y aún se puede ver algún establecimiento con este nombre que invita a tomarse algo y si es con vistas al Tajo, mejor que mejor.
Y si escuchas que han pillado a un chaval jaro detrás de un bunibo y haciendo cuernos, es que han sorprendido a un chico rubio escondido entre un arbusto para no ir al colegio.
Muchas de las palabras y expresiones aquí referidas corresponden al inmenso trabajo de recopilación y estudio de José Manuel Fraile Gil. Todo un referente en la etnografía de diversos puntos de España. Su labor a lo largo de varias décadas ha evitado que voces, sones, usos y costumbres se pierdan para siempre.
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