Juzgan por tercera vez al acusado de asesinar al abogado Alfonso Díaz Moñux
El letrado, especializado en casos de narcotráfico, murió tiroteado por sicarios en la puerta del garaje de su casa
Comienza en la Audiencia Provincial de Madrid el tercer juicio por el asesinato, en 2008, del abogado Alfonso Díaz Moñux. El letrado, especializado en casos de narcotráfico, murió tiroteado en la puerta del garaje de su casa.
Una de las principales testigos es Tania Varela, la única mujer de la lista de los más buscados que fue detenida hace unos días. En el banquillo de los acusados se sienta, uno de los presuntos autores materiales del crímen, Miguel Angel Durán. La Fiscalía de Madrid solicita 24 años de cárcel por delitos de asesinato alevoso mediante precio y tenencia de armas de fuego sin licencia o permiso necesario.
El acusado fue detenido el pasado octubre en Río de Janeiro (Brasil) tras ser declarado en rebeldía por la Audiencia madrileña al no presentarse al segundo juicio del caso que se celebró tras anularse el fallo de la primera vista.
Era uno de los siete acusados declarados culpables por un jurado popular y condenado a la pena de 23 años de prisión en enero de 2014, aunque el juicio fue anulado, momento en el que aprovechó para huir de España.
La abogada gallega Tania Varela, condenada por narcotráfico por el alijo de más de dos toneladas de cocaína, declarará como testigo en el juicio. Era pareja del abogado fallecido y presenció el crimen, ya que estaba en el asiento del copiloto.
La gallega, que fue detenida recientemente en Vilanova i la Geltrú, tenía pendientes tres órdenes de detención por blanqueo de capitales y tráfico de drogas. Tras ser condenado a prisión, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ordenó repetir el juicio, momento en el que el fugitivo aprovechó para huir a Brasil. En este país había contraído matrimonio y residía con una identidad brasileña usurpada.
La detención de otro de los participantes en el crimen llevó a los investigadores de la Policía Nacional a averiguar dónde se hallaba escondido. El fugitivo trabajó como vigilante de seguridad privada, llevando una vida totalmente normal en Brasil.
Además de vinculársele de forma directa en el asesinato, el procesado colaboró también al parecer de forma activa en la conjura que a cambio de precio le costó la vida al letrado. También participó junto con el resto de condenados en sentencia firme por estos mismos hechos en las vigilancias que efectuaron al abogado en numerosas ocasiones en su domicilio y su lugar de trabajo con el objetivo de conocer sus movimientos y diseñar el plan criminal, y estuvo en la reunión en la que se decidió poner fin a su vida.
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