Durante la pandemia de Covid los científicos hallaron una manera de anticipar picos de contagios o detectar una bajada de los mismos analizando las aguas residuales de las depuradoras urbanas.
Conocidas también son las investigaciones sobre la presencia de drogas y todo tipo de medicamentos en los residuos de las plantas de tratamiento. Y más recientemente se han conocido los trabajos sobre la calidad de las aguas subterráneas y los riesgos de contaminación de estas reservas.
Ahora el grupo de investigación Evaluación de los Riesgos Químicos para el Medioambiente y la Salud Humana (RiSAMA) de la Universidad Rey Juan Carlos se suma a este tipo de estudios, analizando la presencia de antibióticos y genes de resistencia en diferentes depuradoras de la región.
El objetivo es comprobar la correcta eliminación de estas sustancias y establecer su posible contribución a la dispersión en el medioambiente.
Los investigadores de la URJC están analizando el agua residual de la depuradora de Móstoles-El Soto, cercana al campus de Móstoles de la URJC, y valorando la posible contribución de las aguas residuales de los hospitales cercanos.
Uno de los principales objetivos de este trabajo es detectar si estas sustancias no son convenientemente eliminadas o si están entrando al medio ambiente y, por tanto, contribuyendo a la presencia de bacterias resistentes.
Los diferentes proyectos que se están llevando a cabo están amparados por un convenio de colaboración con el Canal de Isabel II que gestiona 155 depuradoras en toda la Comunidad de Madrid.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha declarado que la resistencia a los antibióticos es una de las diez principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.
El uso indebido y excesivo de estos fármacos es el principal factor que determina la aparición de patógenos farmacorresistentes. Su mal uso proviene tanto del ámbito humano como veterinario (piscifactorías o granjas).