La desconocida ruta por el Madrid de Miguel Hernández
El poeta tiene una parada de Metro con su nombre en Puente de Vallecas pero no hay placas conmemorativas en muchos de los lugares donde se hospedó durante sus estancias en Madrid.
El poeta Miguel Hernández (1910-1942) viajó a Madrid por primera vez a finales de 1931, poco después de su primera publicación en prensa de Pastoril, para hacerse un hueco entre artistas de la época como Federico García Lorca, María Zambrano o Pablo Neruda; una travesía que le llevaría a vivir todo tipo de experiencias por distintos enclaves de la capital.
Al contrario que uno de sus versos de Pastoril, "reina un silencio sagrado... ¡Ya no llora la pastora!", Madrid se le antojaba demasiado ruidoso en su primera visita y el frío nada tenía que ver con la brisa levantina a la que estaba acostumbrado, según destaca el poeta y el guía de la Ruta Hernandiana, Aitor Contreras.
Durante dos horas, esta ruta organizada por la Institución Cultural Hernandianos recorre los lugares más emblemáticos del poeta oriolano cada dos sábados desde la Plaza de la Ópera hasta su monumento en el Parque del Oeste.
Hernández tiene una parada de Metro con su nombre en Puente de Vallecas pero no hay placas conmemorativas en muchos de los lugares donde se hospedó durante sus estancias en Madrid.
Uno de los ejemplos es el edificio de Costanilla de los Ángeles 6, primera residencia de Hernández, que está a escasos metros de la Plaza de la Ópera y ningún cartel lo desvela.
Este lugar tan céntrico permitió a Hernández acercarse a las tertulias que tenían lugar en la calle Carretas, como el café Pombo que frecuentaba Ramón Gómez de la Serna, el Café Lyon o la Cervecería Correos, donde acudía con frecuencia Lorca.
La ruta sigue por otra de las pensiones en las que vivió, en la calle Caños del Peral, y seguidamente por Plaza Conde de Toreno, donde Hernández cumplió condena durante 1939 y 1940 tras ya haber pasado por otra cárcel, haber publicado su libro "El rayo que no cesa" y viajado a las URSS.
La calle Hilarión Eslava también es importante para este recorrido porque en la Casa de las Flores, lugar donde residió Pablo Neruda cuando era cónsul de Chile, fue donde Hernández estrechó lazos con los intelectuales de la época durante las tertulias.
La ruta acaba en el monumento que se levantó en el Parque del Oeste en 1985 en su homenaje y que reza: “Madrid… Esta ciudad no se aplaca con fuego, este laurel con rencor no se tala. Este rosal sin ventura, este espliego. júbilo exhala”.
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