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La historia de Carmelo, de 70 años, es la de tantos jubilados con una pensión muy ajustada, que decidió alquilar el piso heredado de sus padres para complementar ingresos. Eso fue hace 5 años. Después comenzó su pesadilla. Desde 2021 dos inquiokupas no le pagan y no se quieren ir de su vivienda. Le deben 66.000 euros.

Carmelo está tan desesperado que ha llegado a escribirle una carta al presidente del Gobierno. "Su respuesta fue rápida pero un tanto insolente, echando balones fuera", afirma el afectado.

El desahucio ha sido paralizado ya hasta en cuatro ocasiones y no hay visos de solución a corto plazo para este pensionista.

Donde sí ha encontrado una respuesta satisfactoria ha sido en la Comunidad de Madrid. "Me reuní en junio con el consejero de Vivienda y se comprometió a abonar una parte que yo había reclamado hace dos años", afirma Carmelo, refiriéndose al fondo de compensación autonómico.

El infierno de Carmelo, un pensionista de 70 años, por unas inquiokupas en Hortaleza que le deben ya 60.000 euros

Carmelo alquiló el piso que heredó de sus padres en Canillas para completar su pensión y se encuentra atrapado por culpa del decreto antidesahucios del Gobierno, el 11/2020 que se promulgó debido a la pandemia y que está vigente hasta el próximo 31 de diciembre.

Una de las inquilinas se escuda en que ha sido declarada vulnerable para no pagar el alquiler, lo que a Carmelo le supone unos gastos fijos de 350 euros al mes, ya que debe abonar los suministros de la casa como la luz, el gas o la luz. "El quebranto económico es considerable. Soy pensionista y lo que creía iba a ser un plan de pensiones es ahora un problema muy grande para mí".

"Solo falta que vaya allí y les limpie el piso con una fregona o les lleve el carro de la compra", dice con rabia.

Hablamos con una de las inquilinas

Minutos después de esta entrevista con Carmelo, hemos podido hablar con una de las inquilinas cuando caminaba por la calle. Sin pararse en ningún momento ante el reportero, la señora contestaba con evasivas: "¿Quién, nosotros?, ¿Qué deuda?", decía escuetamente ante el micrófono.

Incluso esta señora decía no conocer a Carmelo, su casero. "No, yo no le entiendo a usted", respondía cuando se le preguntaba si sabía quién era el denunciante.