El Ayuntamiento de Móstoles, a través de la Concejalía de Educación y Festejos, recupera, tras más de una década sin celebrarse, el tradicional desfile del Entierro de la sardina el Miércoles de Ceniza, que este año tendrá lugar el 5 de marzo.
Un cortejo fúnebre, que discurrirá por las principales calles del centro de Móstoles, concluirá su recorrido con la tradicional y simbólica quema de la sardina precedida por el pregón del entierro.
Tras unos días frenéticos de disfraces y jolgorio, llega el momento de despedir el Carnaval con el entierro de la sardina, el momento en el que se silencia la guasa y la chirigota y se da paso a la seriedad de la Cuaresma.
El desfile estará encabezado por una gran sardina portada por un cortejo fúnebre, con las tradicionales plañideras e irán acompañados por animación musical y pasacalles.
Las entidades y asociaciones que se inscriban podrán desfilar con el citado séquito fúnebre y, si lo desean, podrán llevar también su propia sardina para que sea quemada. Las personas que acompañen a la sardina en el desfile, deberán ir ataviadas acorde a la temática, formando entre todos, un gran cortejo.
Según la leyenda popular, transmitida de generación en generación, el origen de esta tradición se remonta al siglo XVIII, concretamente a una partida de sardinas que encargó Carlos III en 1768 de cara a la Cuaresma y que llegó a la capital en mal estado.
Era tal el hedor que propagaron que el rey, temiendo por la salud de su población, no tuvo más remedio que ordenar el enterramiento de todas las sardinas podridas en la ribera del Río Manzanares.
La Alegre Cofradía del Entierro de la Sardina de Madrid continúa hoy en día realizando este simbólico entierro en La Fuente de los Pajaritos en la Casa del Campo, ya que se dice que fue allí donde quedaron enterradas las sardinas.
Según otros historiadores, esta fiesta está vinculada con Jerónimo Grimaldi, uno de los últimos ministros del rey Carlos III que curiosamente era apodado "el sardina" por su extrema delgadez. Parece ser que Grimaldi abandonó la ciudad de Madrid en fechas próximas a la Cuaresma y los madrileños decidieron despedirle con una gran mascarada.
Independientemente de la versión de esta tradición, todo apunta a que tuvo su origen en Madrid, la capital de España, y de aquí fue extendiéndose a otras ciudades españolas e incluso de Latinoamérica donde también se celebra.