El Orgullo es un acto para reivindicar derechos y libertades que reúne a miles de personas en multitud de lugares del mundo, uno de ellos Madrid, donde esta celebración se convierte cada año en sinónimo de fiesta, orgullo y mucha alegría.
Su acto principal es la manifestación, pero no es lo único que se celebra. Se dedica toda una semana a celebrar por todo lo alto esta festividad que reúne a miles de personas en las principales plazas, calles y lugares emblemáticos de Madrid.
Entre plazas, calles y monumentos en los que ondean las banderas del colectivo, calles abarrotadas de gente en la que los colores del arcoíris conforman la vestimenta estrella de esta celebración mediante banderas, vestidos, uñas postizas y todo tipo de objetos con los que vestirse. No es la única bandera que encontramos, entre las calles también se puede ver la bandera transexual, la pansexual, la polisexual e, incluso, la bandera bear ondeando por las calles madrileñas.
Los más atrevidos salen a las calles como unas auténticas divas, luciendo sus mejores modelos y conjuntos, estos se atreven con alas, pelucas, plataformas, coronas y tacones de infarto. Y es que es la semana de la libertad y de la expresión en su máximo esplendor, por eso tampoco es raro encontrarse maquillajes que nos sorprenden por su calidad, profesionalidad y viveza, dignos de la mismísima RuPaul.
Entre fiesta, tacones, maquillaje y pelucas también encontramos un bonito mensaje de fondo y una lucha por conseguir un futuro igualitario para todos sin importar el género, el sexo o la orientación sexual, así nos lo han contado algunos de los asistentes a esta celebración, que coinciden en la idea de conseguir de una vez por todas blindar los derechos del colectivo luchando unidos, y mediante la fiesta, para poder conseguirlo.
Cuando cae la noche y el calor se disipa, escenarios como el de la Puerta del Sol se llenan de gente para poder ver de cerca a artistas de la talla de Las Azúcar Moreno, Falete o Mónica Naranjo. Otros, en cambio prefieren ir a plazas míticas del Orgullo como la de Chueca, epicentro de esta celebración, para sentarse, beber, hablar y disfrutar de las noches madrileñas en un ambiente inclusivo e igualitario en el que todas las personas son aceptadas.
Por todo esto, el Orgullo nos deja un maravilloso sabor de boca con un ambiente de libertad y alegría, en la que las calles abarrotadas de gente y colorido se convierten en el epicentro de una fiesta en la que la gente se ama, se respeta y se quiere.