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La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid ha incoado el expediente de declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la estatua ecuestre de Felipe III en la plaza Mayor, que pasará a gozar de un estatus de protección expreso e independiente. Esta medida impedirá el "desplazamiento o traslado a otros lugares" del monumento de bronce y su pedestal, explica la resolución publicada en el 'Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid' (BOCM).

La estatua, modelada entre 1606 y 1616 por Juan de Bolonia y Pietro Tacca, está considerada "una de las piezas más importantes y significativas de la estatuaria monumental manierista", y fue trasladada a su actual ubicación en 1848.

La declaración como BIC del monumento tiene por objetivo "velar por la adecuación de las intervenciones" que puedan "afectarle estética o funcionalmente", así como "evitar la alteración o pérdida de los valores culturales" vinculados a su "percepción".

Así se terminará con la "inseguridad jurídica" sobre el "régimen de protección" de la estatua, que hasta ahora se incluía como un elemento más en el estatus de Monumento Histórico-Artístico atribuido a la plaza Mayor.

La obra, enmarcada en la recuperación de los arquetipos ecuestres del mundo clásico recuperados en el Renacimiento, se depositó primero en los jardines del Alcázar de Madrid para pasar en 1617 a la Casa de Campo, frente al antiguo palacete de los Vargas.

Durante más de dos siglos permaneció en esta localización, que para "diversos autores" supuso "un error de interpretación del significado de la obra", puesto que el "carácter público" del retrato broncíneo quedaba disminuido al colocarse "en un espacio de uso restringido a la familia del monarca y protegido de visitas".

Fue en 1846 cuando Ramón de Mesonero Romanos, concejal del Ayuntamiento de Madrid, propuso la reforma de la plaza Mayor y el traslado de la estatua a la misma, que se materializó en una petición oficial del Consistorio a la reina Isabel II en diciembre de ese año.

El arquitecto Juan José Sánchez Pescador y el escultor Sabino de Medina se encargaron de realizar un pedestal para el monumento, que quedó completamente terminado en 1849.

En su nuevo emplazamiento, el monumento sufrió vicisitudes diversas como consecuencia de los agitados cambios políticos de la época.

Tras la revolución de 1868 la escultura fue retirada a los almacenes de la Villa. Durante la Primera República se planteó su sustitución por una alegoría de los Mártires del 7 de julio de 1822, que quedó solo en proyecto.

En 1875, coincidiendo con la Restauración Borbónica, volvió a ocupar su lugar en el centro de la plaza.

En abril de 1931, tras la proclamación de la Segunda República, el monumento sufrió un atentado al introducir petardos a través de la boca del caballo. La explosión le produjo serios desperfectos.

La restauración fue encomendada por el Ayuntamiento de Madrid al escultor Juan Cristóbal González Quesada, que ensambló los fragmentos, parcheó las partes deterioradas y reconstruyó lo perdido, incluyendo las cabezas del caballo y del jinete.

Esa laboriosa restauración de más de cien piezas de bronce concluyó en 1934, devolviéndose el grupo escultórico a su lugar. Durante la Guerra Civil se mantuvo en el centro de la plaza, protegida por un sólido castillete de obra.

En 1970 la escultura y su pedestal fueron desmontados nuevamente para realizar las obras del aparcamiento subterráneo de la plaza Mayor.

Finalmente, en 1971, quedó instalada en su forma actual, con una nueva verja más pequeña y sencilla.

Si desde el punto de vista formal y estilístico el monumento es adecuado para ese espacio, no lo es menos desde el punto de vista histórico, ya que Felipe III fue precisamente el promotor de las obras de finalización de la plaza en 1617, señala el BOCM.

Ambos elementos, plaza y monumento ecuestre, cobran juntos un valor especial que convierte ese espacio en "el lugar de la ciudad que mejor evoca el período histórico de la dinastía de los Habsburgo, creando una imagen que forma parte de la memoria colectiva de madrileños y foráneos", añade.

Todo ello lleva a considerar, concluye la notificación del BOCM, que la actual ubicación del monumento ecuestre al rey Felipe III es "la mejor de las posibles y no debe ser modificada en el futuro", ya que considera que la ubicación primitiva en el reservado de la Casa de Campo fue "improvisada y carente de sentido".