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Los Reyes Magos de Oriente, ataviados con trajes tradicionales, con sus barbas, coronas y capas de siempre, han llegado hoy a Madrid bajo una lluvia constante en una cabalgata integrada por trece carrozas y un cortejo de 2.000 personas, que ha terminado en Cibeles donde el rey Melchor pronunció su discurso.

La lluvia ha empañado la jornada más mágica del año para los miles de niños y niñas madrileños que se acercaron al Paseo de la Castellana para presenciar el desfile y que, ataviados con chubasqueros y paraguas, muchos de ellos subidos en escaleras, aguantaron sonrientes el chaparrón mientras se afanaban en coger algunos de los más de 10.000 kilos de caramelos.

A su llegada a Cibeles, los Reyes Magos aseguraron que "la luz" que les guía en su camino es la de los deseos cumplidos de todos aquellos niños y niñas que se los piden, y les animaron a pensar que, en una noche como esta, "todo es posible".

"Recordad que aquello que imaginéis puede hacerse realidad, solo tenéis que creerlo y poner vuestro corazón en ello. El futuro está en vuestras manos y con vuestra capacidad podréis hacer de él un lugar mejor", afirmó el Rey Melchor.

También animó a los chavales a seguir los pasos de los inventores y científicos que les acompañaron durante el trayecto de la Cabalgata por la Castellana, quienes también fueron niños y creyeron que todo era posible con "imaginación y creatividad".

Los Reyes Magos también instaron a los padres, madres y abuelos a jugar con los más pequeños de la casa, a no olvidarse de que en su momento fueron niños y que ellos también gozan de esa "capacidad de imaginar".

Melchor finalizó su discurso destacando que presenciar "la alegría y la ilusión" en las caras de los pequeños fue "el mejor regalo" que se podían imaginar él y sus dos acompañantes de Oriente.

LA GRAN ESTRELLA DE LA NAVIDAD

La carroza del Ayuntamiento de Madrid abrió el desfile portando la gran estrella de la Navidad, que encabezaba la comitiva de la 'Constelación de los Deseos', compuesta por 6.000 estrellas de papel que contenían los deseos de miles de madrileños.

Les seguían personajes ilustres como un gigantesco Albert Einstein, Leonardo Da Vinci o Marie Curie, y carrozas dedicadas a inventos como el reloj, la imprenta, la locomotora o la televisión, entre otros artilugios sorprendentes procedentes del mundo de la fantasía.

Entre ellas, tuvo una gran aceptación del público la dedicada a Marie Curie, que lanzaba pompas de jabón que, al explotarse, descargaban dosis de humo que hicieron las maravillas de los chicos y chicas.

A lo largo del desfile se veía menos afluencia de público que la habitual en otros años aunque sí una marea de paragüas que, igual servían para guarecerse de la lluvia que para interceptar más caramelos de los lanzados por alguna de las trece carrozas, aunque muchos terminaban cayendo en los charcos.

La lluvia ha ido de menos a más, lo que motivó que la cabalgata fuera más rápida y llegase a la Plaza de Cibeles antes de la hora prevista.

Durante el recorrido, los jardines estaban embarrados y la gente iba buscando refugio en las paradas de metro, en los portales y alféizar.