Bandera de la Comunidad de Madrid | WIKIPEDIA
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Si, Madrid tiene himno y el himno tiene letra. Aunque pocos son los que la conocen. La escribió un filósofo. Y con mucha sorna.

En 1983 el primer presidente del gobierno de Madrid, Joaquín Leguina, encargó a Agustín García Calvo un himno para la naciente Comunidad.

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Gramático, poeta, dramaturgo, ensayista, filósofo y pensador, García Calvo escribió el himno de la Comunidad por el precio simbólico de una peseta. Y con mucha sorna. El himno de Madrid es el más irónico de toda España y probablemente también de 'parte del extranjero'.

Durante el proceso de reorganización territorial de España, tras la Transición, se decidió que Madrid formara territorio aparte. Hasta ese momento estaba integrada en la región de Castilla la Nueva junto con Ciudad Real, Guadalajara, Cuenca y Toledo.

La letra del himno es un poema que hace referencia precisamente a eso pero con mucha ironía: "Yo estaba en el medio, giraban las otras en corro (...) ya el corro se rompe, ya se hacen Estado los pueblos y aquí de vacío girando". García Calvo nació en Zamora pero, sin duda, comprendió muy bien el humor madrileño.

El poema se convirtió en oficial el 24 de febrero de 1983, fecha en que la entonces provincia se convirtió en Autonomía. Desde entonces únicamente se escucha en los actos oficiales pero su letra, merece ser conocida. La música es del compositor Pablo Sorozábal Serrano.

El himno de la Comunidad de Madrid

Yo estaba en el medio:

giraban las otras en corro

y yo era el centro.

Ya el corro se rompe,

ya se hacen Estado los pueblos,

y aquí de vacío girando

sola me quedo.

Cada cual quiere ser cada una;

no voy a ser menos:

¡Madrid, uno, libre, redondo,

autónomo, entero!

Mire el sujeto

las vueltas que da el mundo

para estarse quieto.

Yo tengo mi cuerpo:

un triángulo roto en el mapa

por ley o decreto,

entre Ávila y Guadalajara,

Segovia y Toledo:

provincia de toda provincia,

flor del desierto.

Somosierra me guarda del norte y

Guadarrama con Gredos;

Jarama y Henares al Tajo

se llevan el resto.

Y a costa de esto,

yo soy el ente autónomo último,

el puro y sincero.

¡Viva mi dueño,

que solo por ser algo

soy madrileño!

Y en medio del medio,

capital de la esencia y potencia,

garajes, museos,

estadios, semáforos, bancos,

y vivan los muertos:

¡Madrid, metropol ideal

del dios del progreso!

Lo que pasa por ahí todo pasa

en mí, y por eso

funcionarios en mí y proletarios

y números, almas y masas

caen por su peso;

y yo soy todos y nadie,

político ensueño.

Y ese es mi anhelo,

que por algo se dice:

"De Madrid al cielo".