Los restos de la Batalla del Jarama constituyen un patrimonio histórico y cultural cuyo legado se podrá conocer hasta el 22 de mayo a través de diversas rutas guiadas organizadas por el Ayuntamiento de Morata de Tajuña. Los recorridos se realizan por los escenarios de algunos de los lugares más emblemáticos de la que se considera como la primera batalla de la Historia Moderna.
Unas visitas que ya se pueden reservar a través de la página web del Consistorio para descubrir las cicatrices de una contienda en la que participaron más de 80.000 combatientes ya no sólo de los bandos republicanos y nacionales, sino también venidos de diversas partes del mundo, como las Brigadas Internacionales o los soldados e instructores, italianos y soviéticos.
Las rutas, de entre 2 y 4 kilómetros, comenzarán el próximo 13 de marzo centradas en el Batallón Británico para conocer escenarios como el Knoll, la Colina Cónica, la Casa Blanca o Colina del Suicidio; sucediéndose los días 27 del mismo mes, 10 y 24 de abril, y 8 y 22 de mayo con el punto de mira en la Cota 700, la retaguardia de la Isla Taray, los fortines de la Cañada Real Galiana, las defensas del Pingarrón o las huellas del famoso Batallón A. Lincoln.
Todo dentro del plan de turismo local que busca difundir la historia de la Guerra Civil Española poniendo en valor los recursos patrimoniales desde una perspectiva socio-cultural y ambiental redescubriendo los numerosos nidos de ametralladoras, trincheras, cuevas, fortines y parapetos que, durante cerca de tres años, erigieron ambos bandos.
Visita al Museo de la Batalla del Jarama
Todas las visitas guiadas acabarán en el Museo de la Batalla del Jarama uno de los pocos museos de España dedicados a la Guerra Civil Española. Una cápsula del tiempo en la que se pueden ver cientos de objetos personales, salvoconductos, cartillas de racionamiento, mapas, fotografías, octavillas, cascos atravesados por balas, morteros, restos de latas de comidas, mecheros, armas, cañones, botellas, periódicos de la época, monedas o billetes.
Una colección que Gregorio Salcedo fue rescatando del olvido de los campos de labranza y olivares cercanos a Morata, en un homenaje a aquellas familias que, como ya suya, subsistieron en la Postguerra gracias a la chatarra que generó la primera batalla moderna de la Historia.