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Uno de los dos acusados del incendio de los 16 chalets de una Urbanización de Las Rozas en junio de 2000 ha declarado este lunes en el juicio que "aquella salvajada" se produjo por culpa de los bomberos, que a su juicio no supieron controlarlo al tardar veinte minutos desde su llamada al 112 y al acudir sin agua al lugar de los hechos. Se sientan en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Madrid Antonio H. F. y José Luis M. T. por un delito de incendio por imprudencia grave. La Fiscalía solicita una pena de seis años para cada uno de ellos. Además, la solicitud de indemnizaciones se eleva a dos millones de euros.

Los acusados han manifestado que no adoptaron ningún tipo de medida previa a los trabajos que iban a realizar, ya que no había aparentemente ningún tipo de peligro. Sin embargo, las viviendas de toda la urbanización eran de madera y el tejado estaba cubierto con material altamente inflamable. El fuego arrasó la urbanización en 45 minutos. A día de hoy, no saben qué ocurrió.

El primero en declarar ha sido José Luis, propietario de la empresa que llevó a cabo la reforma. Según su relato, acudieron a hacer un trabajo como favor a una de las dueñas de las casas, a quien anteriormente habían instalado una ventana. El trabajo consistía en impermeabilizar un tuvo con tela asfáltica para poder sacar un aire acondicionado por el tejado.

El acusado, fontanero desde los 18 años, ha insistido a preguntas del fiscal en que él no intervino en nada, asegurando que no supervisó dado que era un trabajo sencillo. Sin embargo, el fiscal le ha recordado que ante la Policía dijo que él fue la persona que hizo el agujero desde la buhardilla.

"PETROLEO PURO"

Tras afirmar que lo sucedido fue "un accidente", el procesado ha reconocido que no adoptó ninguna medida en cuanto a la utilización del soplete, ya que nunca se hubiera imaginado lo que iba a ocurrir. "Al principio no detecté que hubiera nada inflamable. Se vio que no era ignífugo. Ardió todo rápidamente", ha dicho.

Al percatarse del fuego, bajaron a la casa a por un cubo de agua. Pensaron que se había extinguido. Pero una llamarada de fuego apareció de repente. "Intenté apagarlo con mis manos y llamé al 112", ha relatado, detallando que toda esta operación duró unos 4 minutos. "Aquello era petróleo puro y estaba rodeado de poliespan. No hice nada voluntariamente. Aquella salvajada sucedió porque no se controló por los bomberos, que tardaron veinte minutos en llegar desde un kilómetro y medio y sin agua. Dije al 112 que vinieran preparados. Les dije que era muy grave que eran casas de madera y había poliespan.", ha aseverado.

Además, ha relatado que se dedicó a ir casa por casa para avisar a los propietarios del peligro. "Me dediqué a dar portazos en la puerta de cada casa para sacarles. El fuego estaba solo en la primera casa. La dueña no estaba", ha agregado.

NO SABE CÓMO PASÓ

El otro acusado ha relatado que él no hizo el agujero interior, colocándose en el exterior para retirar las tejas de pizarra. A preguntas sobre si comprobó el material de la zona, el procesado ha replicado que sí.

"Se fijó el tubo desde dentro y se echó espuma para que no entrara el aire. Luego se procedió a poner un trozo de tela asfáltica. Se calentó un poco para introducirlo dentro del cubo", ha explicado. "Calenté la tela en mis manos. No llegué a fijar la tela porque veo las llamas. Les dije que trajeran agua. Salía el fuego del agujero. No pensé que podría producirse fuego. El soplete tenía la capacidad mínima. No entiendo cómo pudo pasar. Transcurrió tan rápido y fue algo tan fortuito que en ningún caso podíamos prever nada así. No vi ningún tipo de peligro", ha insistido.

HECHOS JUZGADOS

Según el fiscal, los acusados el día 16 de junio de 2000 se encontraban en la Urbanización El Triángulo, en Las Rozas, realizando obras en la cubierta de un chalet.

El acusado Antonio H. se encontraba, en concreto, realizando la instalación del aire acondicionado mediante la soldadura de tela asfáltica para impermeabilizar la salida del tubo al exterior de la cubierta, mientras que José Luis M., propietario de la empresa instaladora, supervisaba el trabajo.

Como consecuencia del empleo del soplete se inició un incendio que se propagó al resto de la urbanización. El fuego, de grandes dimensiones, redujo a cenizas los 16 chalets de la urbanización en solo 45 minutos. Debido al siniestro, los procesados se enfrentan también a la solicitud de indemnización por un importe de algo más de dos millones de euros.