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La Audiencia Provincial de Madrid ha dictado una orden de busca y captura contra Juan D.G., acusado de maltratar a su mujer y retenerla, por no presentarse hoy ante el tribunal que iba a juzgar su caso, según han informado a Efe fuentes jurídicas. Juan D.G. se enfrenta a una petición de la Fiscalía de ocho años y seis meses de prisión por un delito de lesiones que le causaron deformidades a la víctima, otro de maltrato físico y psíquico habitual y tres de lesiones en el ámbito familiar.

El juicio estaba señalado este jueves en la Sección 26 de la Audiencia de Madrid, pero ha tenido que ser suspendido ante la ausencia del acusado, contra el que se ha dictado orden de busca y captura. La Sección 26 de la Audiencia Provincial de Madrid ha suspendido el juicio contra Juan D. G. por un delito de lesiones con deformidad en concurso con un delito de maltrato físico y psíquico habitual y tres delitos de lesiones en el ámbito familiar. La suspensión se produce ante la ausencia del procesado, quien habría llamado a la Sección para informar que no había regresado de Cádiz al encontrase en mal estado. En el escrito de acusación el Ministerio Público solicita una pena de ocho años y seis meses de prisión para él.

Según el fiscal, el acusado protagonizó de manera reiterada, y con el ánimo de "perturbar la paz y la armonía familiar", durante los cuatro meses de convivencia con su pareja sentimental, episodios violentos en los que insultaba, amedrentaba, vejaba, humillaba y agredía verbal y físicamente a la mujer en el domicilio que compartían en la capital. Dicha relación cesó el día 3 de octubre de 2013, pero el procesado, con el ánimo de imponer su voluntad, contraria a la ruptura, la quiso mantener aislada del mundo exterior para evitar que le abandonara. Ya en el mes de agosto, le quemó la tarjeta del teléfono móvil para que no pudiera utilizarlo, frecuentemente le hacía fotos de pies y manos y de ella desnuda, pese a su oposición.

Cuando se negaba a hacer lo que él quería, la cogía por los pelos y la metía en la ducha con agua fría. Allí la obligaba a quedarse desnuda sin taparse. Otras veces, para humillarla, la obligaba a caminar a cuatro patas y le daba patadas en las costillas y puñetazos cuando se ponía en pie.

Con la idéntica finalidad de amedrentamiento, le daba tiempo para hacer las cosas. Por ejemplo, para abrir la puerta tenía exactamente diez segundos. Además, no la dejaba ir sola a ningún sitio y la instó a dejar su trabajo en el que llevaba siete años, impidiéndole que fuera al mismo, así como contestar a las llamadas que se produjeron a la misma ante la ausencia de su puesto de trabajo.

Además, le impedía relacionarse por cualquier medio con sus familiares y, habitualmente, daba golpes al mobiliario y tiraba sus cosas por las ventanas. Desde el inicio de la relación, y siempre con el ánimo de menoscabar su integridad física, la golpeaba con frecuencia, como antes se ha indicado, especialmente en ambos oídos, lo que ocasionaba en la mujer heridas abiertas y hematomas que sucesivamente se iban curando y volviendo a abrir ante una nueva agresión.

Como consecuencia de estas reiteradas y constantes agresiones la víctima sufrió el síndrome de 'orejas en coliflor', cuyo diagnóstico le obligó a pasar por el quirófano. Tras un largo recorrido médico, la secuela definitiva consiste en deformidad en ambos pabellones auditivos. La víctima presenta también relevantes secuelas de naturaleza psicológica por estrés postraumático.

El acusado tiene prohibido aproximarse a la perjudicada, a su domicilio, lugar de trabajo o cualquier lugar que la misma frecuente a una distancia no inferior a 500 metros. La autoridad judicial también le ha prohibido comunicarse con ella por cualquier medio hasta que se dicte sentencia firme.

La Audiencia Provincial de Madrid juzga a un acusado de maltratar a su mujer y retenerla para que no le dejara, a la que llegó a impedir ir a su trabajo y a la que además le ha provocado secuelas físicas y psicológicas, para quien el fiscal pide ocho años y seis meses de prisión.

Juan D.G. se enfrenta a ocho años y seis meses de prisión por maltratar supuestamente a su mujer y retenerla para que no le dejara, hasta el punto de impedir que fuera a su trabajo. El hombre está acusado de un delito de lesiones con deformidad, otro de maltrato físico y psíquico habitual y tres de lesiones en el ámbito familiar.

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, Juan D.G. protagonizó de manera reiterada y con el ánimo de perturbar la paz y la armonía familiar durante los cuatro meses de convivencia con su pareja sentimental episodios violentos en los que insultaba, amedrentaba, vejaba, humillaba y agredía verbal y físicamente a la mujer en el domicilio que compartían en Madrid.

Dicha relación cesó el 3 de octubre de 2013, pero Juan, con el ánimo de imponer su voluntad, contraria a la ruptura, la quiso mantener aislada del mundo exterior para evitar que le abandonara.

Ya en el mes de agosto le quemó la tarjeta del teléfono móvil para que no pudiera utilizarlo, frecuentemente le hacía fotos de pies y manos y de ella desnuda pese a su oposición.

Cuando se negaba a hacer lo que él quería, la cogía por los pelos y la metía en la ducha con agua fría y la obligaba a quedarse desnuda sin taparse, según el relato del fiscal.

Otras veces, para humillarla, la obligaba a caminar "a cuatro patas" y le daba patadas en las costillas y puñetazos cuando se ponía en pie.

Con idéntica finalidad de amedrentarla, le daba un tiempo para hacer las cosas como, por ejemplo, diez segundos exactos para abrir la puerta.

Además, no la dejaba ir sola a ningún sitio y le instó a dejar su trabajo, en el que llevaba siete años, impidiéndole que fuera al mismo, además de prohibirle contestar a las llamadas que se produjeron ante su ausencia en su puesto laboral.

También le impedía relacionarse por cualquier medio con sus familiares y habitualmente daba golpes al mobiliario y tiraba sus cosas por la ventana.

Desde el inicio de la relación, y siempre con el ánimo de menoscabar su integridad física, la golpeaba con frecuencia especialmente en ambos oídos, lo que ocasionaba a la mujer heridas abiertas y hematomas que se iban curando y volviendo a abrir ante una nueva agresión, siempre según el fiscal.

Como consecuencia de estas reiteradas y constantes agresiones, la víctima sufrió el síndrome de "orejas en coliflor", cuyo diagnóstico le obligó a pasar por el quirófano, y tras un largo recorrido médico, le ha quedado como secuela definitiva deformidad en ambos pabellones auditivos.

La víctima presenta también relevantes secuelas de naturaleza psicológica por estrés postraumático.

El acusado tiene prohibido aproximarse a una distancia inferior a 500 metros a la víctima, a su domicilio, a su lugar de trabajo y a cualquier otros que frecuente, así como a comunicarse con ella por medio que sea