Walt Disney. Es el nombre que primero se viene a la cabeza cuando escuchamos hablar de criogenización, pero es una falsa leyenda porque el magnate que tantos sueños infantiles ha realizado no está congelado sino que tras fallecer fue incinerado. Si lo está sin embargo Ted Willians, famoso jugador de béisbol que falleció en 2002. Fue entonces cuando la empresa estadounidense Alcor procedió a su criogenización. La técnica cuyos promotores prefieren denominar como criopreservación, se trata de introducir el cadáver en una cápsula de acero a unos doscientos grados bajo cero, con nitrógeno y durante un periodo de unos cien años, el suficiente para saber si ya existe algún remedio para curar la enfermedad que lleva al paciente a la muerte. Para Francisco Roldán, portavoz y miembro fundador de la Asociación Iberoamericana de Criopreservación, esta técnica busca someter a una persona instantes después de su fallecimiento, pero mientras aún perdura su actividad neuronal, a un método que le permita pervivir hasta que la medicina el día de mañana pueda recuperar la salud de esa persona, es decir recuperarse de las patologías que le afectan, y de la propia muerte a la cual consideran también una enfermedad.
Unos cincuenta investigadores respaldan la iniciativa de la Asociación Iberoamericana de Criopreservación para crear en la Comunidad de Madrid un lugar donde instalar un parque de cripreservación, es decir un recinto que albergue un laboratorio de biotecnología donde se investiga la preservación de órganos, de cordones umbilicales o de otros materiales biológicos , y tambien un lugar donde se puedan albergar los cadaveres sometidos a esta técnica, lo que algunos dan en llamar como cementerio de criogenización, pero que Francisco Roldán prefiere denominar como albergue de pacientes, ya que consideran que no trabajan con seres definitivamente muertos.
Negocian con varios alcaldes del norte de la Comunidad de Madrid un solar donde poder instalar y desarrollar su proyecto y ya se han mantenico conversaciones con municipios como el de El Escorial. Daría trabajo a cerca de 300 personas y supondría una fuerte inversióhn.
Entre las previsiones de los promotores figura que en dos o tres años el centro podría abrir sus puertas y en diez años se podría albergar a cerca de 800 personas con ganas de intentar recuperar la vida en un futuro cuando la técnica lo permita, algo que aún no se puede garantizar afirman los creadores del proyecto. El coste rondaría los 60.000 euros algo menos de la mitad de lo que cuesta ahora si pretendemos "congelarnos" en Estados Unidos.
El proyecto promete un encendido debate. Tanto es así que un portavoz de la comisión deontológica de la Organización Médica Colegial (OMC) asegura que se estudiara esta técnica el próximo mes de septiembre con el fin de evaluar si éticamente es lícito intentar devolver la vida a quienes ya la han perdido.