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Lío de coches, de gente, colas interminables, tediosas esperas, empujones... Pero, con el ambiente y el encanto de la Navidad. El centro de Madrid está estos días colapsado. Los madrileños son incorregibles y, como siempre, han dejado para última hora los regalos de Santa Klaus. Bien pronto por las mañanas ya son centenares las personas que deambulan por la Puerta del Sol y la calle de Preciados buscando ese detalle especial con el que sorprender a sus seres queridos. Pero, los centenares se convierten en millares según avanza el día. Las luces que se encienden al atardecer tiñen de alegres colores la casi impenetrable marea humana que camina por las calles más comerciales.

No todos van a comprar. Hay repartidores de publicidad, encuestadores y periodistas, policías patrullando y, por supuesto, carteristas. Tampoco faltan voluntarios que ayudan a lo pobres ni niños que alucinan con cortilandia y se emocionan en las rodillas de los Reyes Magos. Estos días, la magia de la Navidad se concentra en el distrito centro, que, sin embargo, se convierte en incómodo y tremendamente estresante.

LA PLAZA MAYOR, VACÍA

Sin embargo, hoy, uno de los puntos más abarrotados en las útimas semanas, la Plaza Mayor, está prácticamente vacía. El tradicional mercadillo está cerrado para evitar incidentes con los miles de estudiantes que hoy inician sus vacaciones de Navidad (el legendario "día de las pellas"). Y la medida ha surtido efecto porque sólo hay policías y turistas extranjeros, la fiesta de vacaciones se ha mudado a otro lugar.